domingo, 7 de febrero de 2016

Depresión Infantil


Se habla poco de la depresión infantil y apenas se tiene en cuenta, ya que muchos de sus síntomas no corresponden con la de los adultos.

El niño con depresión no tiene por qué manifestar tristeza o apatía, si no que a menudo la expresa con irritabilidad, mal comportamiento e hiperactividad, por lo que a veces pasa desapercibida o se confunde con un trastorno por déficit de atención.

En la adolescencia, los síntomas de la depresión se suelen parecer más a los de los adultos, sin embargo en los niños no sucede lo mismo. Es importante estar atentos a algunos de los de las siguientes síntomas, si se mantienen en el tiempo: 

    Pierde el interés por sus juegos preferidos.
    No desea ir a la escuela.
    Se aleja de sus amigos.
    Presenta una comunicación pobre.
    Se cansa o se aburre con facilidad.
    Presenta menos energía en las actividades diarias.
    Le cuesta concentrarse.
    Se muestra muy irritable ante pequeñas frustraciones.
    Tiene rabietas con más facilidad y regularidad.
    Expresa baja autoestima despreciando a otros o a él mismo.
    Elige finales tristes para sus juegos.
    Se comporta agresivamente.
    Se lastima, lastima a otros o lastima a animales.
    Se queja constantemente de dolores de cabeza.
    Come mucho o muy poco.
    Tiene problemas para dormir o desea dormir con los padres.
    Tiene actitudes “regresivas” a una etapa anterior de su desarrollo, como chuparse el dedo u orinarse en la cama.
    Deterioro en los estudios y ausencias frecuentes de la escuela.
    Está triste o llora con facilidad.

    Sabemos hoy que la capacidad de relacionarse y la calidad de las relaciones sociales del niño, son fundamentales a la hora de prevenir o tratar una depresión.

La psicóloga Victoria del Barrio, en su libro "Depresión infantil", 1997. Ed. Ariel, afirma que el adulto no cree que el niño pueda tener depresión al carecer de responsabilidades pero no es así, el niño tiene más responsabilidades de las que pensamos y además, en su modo de entender el mundo, muchas responsabilidades que no le corresponden se las atribuye. El cerebro del niño no está preparado aún para entender muchas de las cosas que ocurren a su alrededor, no tiene aún la madurez emocional ni cognitiva como para digerir e interpretar situaciones, acontecimientos y mensajes que se suceden en su día a día. La depresión infantil se caracteriza fundamentalmente por un cambio de comportamiento mantenido en el tiempo, al menos un mes, en el que desciende su capacidad para disfrutar de acontecimientos y juegos que antes le interesaban, descenso de la comunicación con los demás y disminución en el rendimiento escolar junto con protestas e irritabilidad. Además, es importante señalar que en la depresión infantil la autoestima está afectada. Desde la fisiología, se ha observado que la hormona del crecimiento en niños con depresión está alterada, siendo más baja, así como hay un aumento de los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Sabemos hoy que la capacidad de relacionarse y la calidad de las relaciones sociales del niño, son fundamentales a la hora de prevenir o tratar una depresión. Problemas de comunicación con los padres o una mala relación con los compañeros de clase, son determinantes para la autoestima y estado de ánimo del niño.. Que el niño desarrolle una comunicación basada en la asertividad, así como la autoeficacia e independencia a la hora de realizar pequeñas tareas, generará una base de autoestima que le proteja de la depresión o le ayude a superarla.

Via avancepsicologos.com

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