lunes, 29 de septiembre de 2014

Cómo educar niños difíciles


La educación de los niños es siempre una tarea complicada, pero más aún si éstos, son algo nerviosos, rebeldes y un poco agresivos. Perfiles así, requieren de nosotros, padres, madres, abuelos y educadores, más de esfuerzo, amor, y unas técnicas que pasamos seguidamente a reflejarte.

1. La personalidad de los niños difíciles

Los niños que manifiestan comportamientos difíciles son fácilmente reconocibles desde que nacen. De bebés, son de los que se despiertan muchas veces durante las noches entre lloros. No se adaptan a los cambios, les cuesta coger rutinas y tienen reacciones algo caprichosas, con comportamientos que se salen de la norma.

Algo que también suele identificarles es que no tienen término medio. Sus alegrías son desbordantes, y cuando se enfadan, son incapaces de controlar su ira y su rabia. Tan pronto pueden estar golpeando un juguete como abrazándonos y llenándonos de besos. Son también niños que cada dos por tres, presentan una rabieta; cuando no consiguen lo que desean explotan. Y explotan en lágrimas, gritos, golpes y patadas.
Es algo muy característico.

Las madres y los padres se quejan de no poder controlarlos. Si no satisfacen sus deseos, los niños acaban montando una escena, ya sea en público o en privado, de ahí que en ocasiones no se atrevan a sacarlos a los parques o a ir a restaurantes con ellos. Es algo complejo que la familia vive con sufrimiento, niños difíciles que nos chantajean, que siempre nos están pidiendo cosas, que a veces presentan problemas de inadaptación en el colegio y cuyos profesores, siempre están castigando o llamándoles la atención. ¿Cómo lograr enderezarlos? ¿Cómo conseguir que su vida sea más fácil y lograr que maduren con equilibrio y felicidad?

2. Pautas para re-educar niños difíciles

1. Cuánto antes mejor

La educación en los niños empieza desde el primer día. Lo ideal es establecer rutinas: rutinas de sueños, de comidas, instantes de ocio…. que el escenario donde esté el niño siempre se mantenga estable, tanto de sonidos como de olores. La estabilidad, el equilibrio y las rutinas ayuda a que el niño se desarrolle los primeros meses con mayor equilibrio.

A medida que crece, marca pautas, normas y límites. Pero razona siempre con ellos el por qué lo haces: debes acostarte pronto porque mañana vas al colegio. Debes acabar pronto los deberes para después, poder descansar. Debes ayudarnos a poner la mesa y a recogerla porque todos en casa tenemos una responsabilidad…

Si el niño reacciona mal ante sus obligaciones, argumenta con ellos su mal comportamiento y retírales algún beneficio: menos horas de juego en el ordenador, no salir a la calle a jugar… Indícale que las personas tenemos derechos y deberes. Si hacemos las cosas bien, obtenemos beneficios. Razona siempre con ellos.

2. Las normas deben ser estables y consecuentes

Hay padres que por ejemplo, marcan una norma y luego la olvidan. “Debes venir directo a casa después del colegio”. Si un día no lo cumple y tú no le llamas la atención, él lo seguirá haciendo. Y lo que es peor, entenderá que tus órdenes no sirven de mucho. Debemos ser firmes y consecuentes. Y ello vale para todos los hermanos. Intenta sobre todo no establecer preferencias o diferencias entre unos y otros.

Deben entender que en casa, como en el colegio y la sociedad, hay límites, deberes y obligaciones. Hazles entender que sus caprichos no serán satisfechos si no nos demuestran equilibrio y madurez. “Papá y mamá van a trabajar para que tú tengas una buena vida” “Tú debes demostrarme que eres mayor y responsable para que yo te compre ese juguete o eso que quieres”. Todo premio requiere un esfuerzo.

3. Ayúdales a canalizar la rabia o la ira

Los niños difíciles a menudo presentan rabietas o comportamientos agresivos. Cuando tengan una rabieta, no le hagas caso, no la refuerces ni respondas gritando. Deben entender que las rabietas no sirven absolutamente de nada y que no van a chantajearnos con ellas. Una vez se hayan calmado, llévalos a una habitación tranquila y habla con ellos, diles que ese comportamiento no es de un niño mayor y responsable, y que te sientes decepcionada cuando hacen eso. Hazles pensar.

Diles que las patadas y los golpes no sirven de nada, que quien pega solo recibe odio. Hazles entender qué es la empatía. “¿Por qué le has pegado a ese niño del colegio, por qué lo has insultado? ¿Cómo crees que te sentirías tú en su lugar? ¿Te gustaría que a ti te trataran así?”…

Siempre que puedas proponles situaciones donde desarrollen la empatía. “¿Cómo crees que se siente hoy la mamá? ¿Por qué crees que está enfadado tu hermano? Permite también que pongan sus emociones en voz alta y que hablen siempre de ellas.

4. Fomenta actitudes positivas

Hay padres que solo se fijan en lo que sus hijos hacen mal. Se pasan el día recriminándoles cosas, llamándoles la atención de lo malos que son, o de los errores que cometen. Es un riesgo, al final tendremos niños con baja autoestima y que además, sienten rabia hacia sus padres porque siempre los castigan.

Hemos de ir con cuidado. Lo ideal es que refuerces siempre aquello que hacen bien, y que cuando hagan algo mal, en lugar de gritarles o recriminarles algo, les expliques cómo deben hacerlo para que esta vez salga bien. Dales apoyo, demuéstrales que les quieres y que son importantes para ti, que son lo mejor de tu vida. Si se sienten queridos, apoyados, si entienden donde están los límites y disponen de una educación democrática y no autoritaria, aprenderán a reflexionar y a mejorar su carácter.

Via mejorconsalud.com

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