lunes, 16 de septiembre de 2013

El bebé y los olores


Aunque el olfato es uno de los sentidos menos desarrollados del ser humano, en comparación con otros mamíferos, tu pequeño es capaz de emplearlo desde recién nacido. Gracias a él, en solo unos días reconocerá a su mamá.

Nada más nacer, el bebé comienza a oler. En el útero, su sentido del olfato se ha desarrollado junto con el gusto aunque nunca ha olido como lo hace cuando sus pulmones se llenan de aire. Gracias a su potente instinto de supervivencia encuentra el pecho de su madre reptando hacia él. Lo reconoce por el olor de la leche materna. Con tan solo 24 horas de vida, no solo es capaz de mostrar preferencias por el olor corporal de su madre comparándolo con el de otra mamá. También expresa rechazo hacia ciertos olores.

Durante los primeros meses de vida el sentido del olfato y del gusto van madurando al unísono y durante todo el resto de su vida ambos sentidos están íntimamente relacionados. El olfato juega un papel determinante a la hora de valorar un alimento como exquisito o como desagradable. El olor a fruta es el que más le gusta, especialmente el aroma que desprenden los plátanos, las fresas y la vainilla.

Olores familiares

Tu olor, el de papá y el de su propio cuerpecito impregna muchos elementos que el niño usa a diario (peluches, mantitas, sonajeros…) y ayudan al niño a sentirse en un ambiente familiar y acogedor. Su sentido de la vista aún no está del todo desarrollado y además su escasa capacidad de movimiento tampoco le permite observar el ambiente, así que su mundo está constituido básicamente de olores y sonidos. Aquellos que le son familiares le gustan más ya que le proporcionan seguridad.

Esta familiaridad con los olores se mantiene también a lo largo de los años. Si tienes ya un hijo algo más mayor y está muy unido a un muñeco o a un objeto, por ejemplo su manta, habrás visto que no le hace demasiada gracia que lo laves. Uno de los factores que hacen que tu hijo se sienta tan apegado a su muñeco es que su olor le resulta familiar y al igual que ocurre con los bebés eso le produce mayor tranquilidad.

Desarrollando su olfato
Una forma sencilla de desarrollar el olfato de tu hijo es darle masajes con aceites para bebés, que contienen perfumes suaves. Y cuando ya sea un poco más mayor podéis jugar a reconocer olores. Prepara varias frasquitos que contengan distintos elementos olorosos (unas hojas de menta, un algodón impregnado de colonia, unos trocitos de ajo, un rama de canela y todo lo que se te ocurra).

Via guiadelnino.com

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