lunes, 17 de enero de 2011

El baño del bebé



El baño del bebé en los primeros meses

El bebé debe estar siempre limpio para gozar de bienestar y salud. El baño constituye también un momento único de contacto y de diversión. Además, para sentirse totalmente a gusto, el bebé tiene que utilizar prendas que le permitan moverse con total libertad.

El bebé se ensucia con mucha rapidez. Así pues, se impone una cuidadosa higiene diaria. Además, muy pronto el ritual del baño se convertirá en algo que le resultará familiar. También es el momento en que los padres pueden ver al niño desnudo y cerciorarse de que todo marcha bien. Los cuidados particulares necesarios de las nalgas, el ombligo y la cara sirven para prevenir o combatir las pequeñas molestias que en ocasiones afectan a la piel sensible del bebé. Háblele con dulzura, acarícielo, juegue con él; al bebé le gustarán mucho estos momentos de intimidad y de descubrimiento de su cuerpo antes de volver a estar vestido. Asimismo, es importante cambiar a menudo al niño, tanto por motivos de higiene como para que goce de una mayor comodidad.

El baño cotidiano

En el hospital bañan al niño durante la hora posterior al nacimiento, en ocasiones en presencia del padre cuando éste ha asistido al parto. En contra de lo que se creía hasta hace pocos años, la presencia del cordón umbilical, que todavía sin cicatrizar, no supone ninguna contraindicación. El recién nacido se reencuentra así con el medio
acuático en el que se ha desarrollado durante su evolución en el útero materno.
Posteriormente, en casa, es aconsejable bañarlo a diario.

¿Cuándo debe bañarse al niño?

No existe un momento concreto para el baño, pero lo mejor es que los horarios del día mantengan cierta regularidad, puesto que ello proporciona seguridad al bebé y le ayuda a establecer puntos de referencia temporales. Para bañarlo en buenas condiciones, es preferible elegir un momento en que el bebé no tenga demasiada hambre ni esté enojado. El baño también se debe evitar inmediatamente después de una comida: porque eso podría hacerle regurgitar la leche que ha tomado. Antes de bañarlo, debe comprobarse que la temperatura del cuarto de baño o de la habitación que se va a utilizar sea la adecuada (entre 22 0C y 25 0C), ya que el bebé se enfría muy deprisa.

¿Qué hay que preparar?

Antes de sacar al bebé de la cuna debe tener a punto todo lo necesario para el baño y para después del baño, de modo que se encuentre al alcance de la mano. No es cuestión de dejar al niño solo en el vestidor, ni tan sólo un segundo. Si no se dispone de vestidor, servirá una colchoneta especial recubierta con una toalla. No es indispensable contar con una bañera especial para bebés: si hay bañera en la casa, existen hamacas de baño regulables que se adhieren al fondo. Elementos necesarios: jabón líquido suave (el gel de baño u otros productos de tocador pueden provocar alergias o irritaciones locales), una toalla o un albornoz, una manopla o una esponja, un cepillo para el cabello, pañales, ropa interior de algodón y prendas de vestir limpias. Para los cuidados: compresas, algodón, bastoncillos de algodón, gasas, suero fisiológico, alcohol de 600, un antiséptico, aceite de almendras, vaselina y alguna pomada cicatrizante.

¿Qué hay que hacer?

Se llena la bañera de agua y, antes de meter al niño, debe verificarse siempre la temperatura con el dorso de la mano o con el codo, o bien con un termómetro de baño: el agua debe estar tibia (37 0C). Se pone al bebé en el vestidor, se le desnuda y se le limpian las nalgas para evitar ensuciar el agua (véase «Limpieza de las nalgas», abajo).

Después, se enjabona al bebé de la cabeza a los pies en el vestidor, directamente con la mano o con una manopla. Debe insistirse en los pliegues y en los genitales, sin olvidar la cabeza. Posteriormente, se le sumerge con cuidado y de forma progresiva en el agua para aclararlo, mientras se le reconforta con palabras y gestos. Pásele una mano bajo la axila y así con el brazo también le sujetará la cabeza. También puede empezarse por sumergir al niño, con las mismas precauciones, y enjabonarlo dentro del agua poco a poco. Al principio, es posible que este método parezca más difícil. Cuando el bebé se sienta confiado en el baño, póngalo boca abajo, sujetándolo por debajo del pecho. En el agua, se relaja enseguida: déjelo chapotear un poco pero sin dejar de vigilarlo. Da lo mismo que suene el teléfono en ese instante o que otro miembro de la familia reclame su presencia: no deje nunca solo al niño en el baño, ni siquiera aunque haya muy poca cantidad de agua.

¿Qué hay que hacer a la salida del baño?

Al igual que la entrada en el agua, la salida es un momento delicado. Hay que aclararse bien las manos antes de sujetar al bebé, para que no resbale como una pastilla de jabón. Cuando el niño esté fuera del agua, debe evitarse a toda costa que se enfríe.

Envuélvalo enseguida con una toalla y empiece a secarle la cabeza dándole toques suaves con la toalla o con un tejido suave (de algodón, preferentemente). No debe olvidarse la parte de detrás de las orejas ni los pliegues del cuello. Se procederá del mismo modo en las extremidades, las nalgas y las axilas.

Fuente bebe.doctissimo.es

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