Entre considerarlo una cuestión menor o pasarlo por alto como una cuestión madurativa que se solucionará con el paso de los años, existen otros escalones que pasan por disponer de una mejor información sobre la enuresis y consultar con el pediatra para mejorar el pronóstico y la calidad de vida del niño.
Según explica a Infosalus el doctor Pablo Bello Gutiérrez, especialista de Nefrología Infantil del Hospital Universitario Rey Juan Carlos en la Comunidad de Madrid, la continencia urinaria es un aprendizaje por condicionamiento social cuya adquisición puede prolongarse en el tiempo.
"Lo más importante es tratar de identificar causas tratables, mientras que en ausencia de ellas se puede intentar estrategias que ayuden al paciente a conseguir noches secas en tanto que se produce una resolución del proceso. En cualquier caso, el tratamiento deber ser individualizado y supervisado por un profesional", señala el facultativo del hospital madrileño, para quien sobre la sobre la enuresis es mucho lo que se comenta, pero habitualmente en voz baja.
1. A partir de los 5 años
La enuresis se define como el escape de orina que se produce en la noche durante el sueño, a partir de una edad en la que cabría esperar una continencia completa. Esta edad se sitúa en los 5 años. Habitualmente son pacientes que no han conseguido una capacidad de retención durante más de 6 meses. Los casos en los que sí se consiguió y se perdió suelen estar asociados a situaciones psicológicas (hermanos nuevos, estrés de cualquier origen), o bien a causas orgánicas como la diabetes mellitus o infección urinaria.
2. Un poco de historia
Es una entidad ya descrita en el año 1.500 antes de Cristo, pero olvidada en los estudios hasta mediados del siglo XIX. Etimológicamente proviene del griego 'enourein', que quiere decir 'vaciar la vejiga'.
3. Más frecuente de lo pensado
A pesar de que se trata de un trastorno muy frecuente en la edad pediátrica, se tarda en consultar, bien por vergüenza o porque alguien cercano, sino es un progenitor, aporta su experiencia personal ("yo lo tuve y se curó solo"). Tiene una prevalencia en nuestro país de un 15% a los 6 años. Sin embargo, se trata de un proceso que tiende a resolverse con el tiempo, con una tasa de curación anual del 15%. De esta manera, la prevalencia de la enuresis a los 15 años está en torno al 1-3%.
4. Tres elementos que ejercen una influencia clave
Los mecanismos que se relacionan con ella son múltiples y variados. Influye la herencia, existiendo varios genes implicados. Recientemente se ha relacionado el síndrome de apneas del sueño como factor. Además, hay 3 elementos que son capitales influyendo en diferente grado en la enuresis. Así se han descrito la alteración en el despertar de estos pacientes, junto con una producción aumentada de orina en la fase del sueño y en tercer lugar un aumento en la actividad a nivel de la musculatura de la vejiga.
5. La información familiar, clave para el diagnóstico
Es importante conocer que este tipo de pacientes no suelen estar indicadas las pruebas, y que su diagnóstico se realiza por lo que cuenta la familia y el paciente. En la entrevista se recoge el número de noches que permanecen secos, sin mojarse en la cama, así como un pequeño diario de ingesta de líquidos diarios y con qué horarios. Se pregunta acerca de la repercusión que esta situación tiene en la vida diaria del paciente, es decir, si le produce preocupación o no.
6. Información y actitud positiva
Con todo ello se hace una valoración global. En general se trata de un proceso madurativo que se corrige con el tiempo y sin intervenir. La estrategia se basa en dar una información completa sobre esta entidad, incentivando una actitud positiva, sin castigos, sobre la misma. Evitar las conductas que generen vergüenza es fundamental. De forma conductual se recomienda evitar la ingesta incontrolada de líquidos, así como evitar los despertares programados para miccionar. El calendario motivacional es una herramienta en la que se evalúan progresos mediante el uso de refuerzos positivos, que no deben ser materiales.
7. Fármacos y sistemas de alarma
Si con estas medidas no es suficiente, se puede iniciar tratamiento con desmopresina oral, que es una sustancia que disminuye la producción de orina nocturna o bien emplear alarmas, que son dispositivos que detectan las primeras gotas de orina y emiten un ruido que despiertan al paciente para ir al baño. La elección de cuál de estas intervenciones emplear es particular para cada caso concreto, con la información aportada en la entrevista y en los diarios proporcionados por la familia. Si estas intervenciones no son suficientes existen alternativas farmacológicas que pueden ser útiles.
Via infosalus.com
domingo, 24 de abril de 2016
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