Los niños cuyos padres se adaptan bien a la paternidad y se sienten seguros acerca de su nuevo papel pueden ser menos propensos a tener problemas de conducta en el periodo previo a su adolescencia, indica una investigación publicada en la revista digital 'BMJ Open'. Cómo se ven a sí mismo los padres en su nuevo rol durante los primeros años del niño, en lugar de la cantidad de cuidado infantil directo que dan, es lo que parece ser importante, según sugieren los resultados de este trabajo.
Se piensa que la naturaleza de la crianza de los hijos en los primeros años del niño influye en su bienestar a corto y largo plazo y su salud mental, que a su vez están vinculadas al desarrollo y al logro educativo. Pero no está del todo claro qué impacto tendrá el papel del padre, ya que gran parte de la investigación hasta la fecha ha tendido a caracterizar la participación paterna en la educación de un niño como una dimensión.
Por lo tanto, los autores de este trabajo, de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, se basaron en datos del estudio 'Avon Longitudinal Study of Parents and Children' (ALSPAC) que ha estado siguiendo la salud de casi 15.000 niños desde el nacimiento, para evaluar varios aspectos de la participación paterna.
Se pidió a los padres de 10.440 niños que vivían con su madre y su padre a la edad de 8 meses que completaran un cuestionario exhaustivo sobre su salud mental y la de sus hijos; sus actitudes hacia la crianza de los hijos; el tiempo dedicado al cuidado de los niños; el comportamiento y desarrollo de sus hijos; así como detalles de los ingreso/la educación en los hogares.
Se evaluó el comportamiento de los niños a las edades de 9 y 11 años usando el cuestionario de fuerza y ??dificultades (SDQ, por sus siglas en inglés), el cual abarca los síntomas emocionales, los problemas de comportamiento (conducta), la hiperactividad, los problemas de las relaciones entre compañeros y la ayuda (comportamiento pro-social).
La participación de los padres se midió pidiéndoles que clasificaran su nivel de acuerdo con 58 afirmaciones, las cuales reflejaban la cantidad de cuidado directo de los niños en la que participan, incluyendo las tareas domésticas; sus actitudes hacia la crianza de los hijos; la relación con su hijo; y cómo se sintieron 8 semanas y 8 meses después del nacimiento. El análisis final se basó en casi 7.000 niños a la edad de 9 años y casi 6.500 de los mismos niños a la edad de 11 años.
UNA ASOCIACIÓN DIRECTA CON LOS PROBLEMAS CONDUCTUALES
Tres factores claves emergieron en relación con las puntuaciones SDQ de los niños: la respuesta emocional del padre al bebé y su rol de padre; cuánto tiempo pasaron los padres en el cuidado directo de los niños; y cómo de bien se ajustaron a su nuevo papel, incluyendo la confianza que sentían en sus habilidades como padre y pareja. La respuesta emocional y la confianza en su nuevo rol se asociaron más fuertemente con menores probabilidades de problemas de comportamiento cuando sus hijos alcanzaron los 9 y 11 años de edad.
Una alta puntuación paternal en el primer factor se vinculó con un 21 y 19 por ciento menos de probabilidades de una mayor puntuación SDQ a las edades de 9 y 11 años, respectivamente. Del mismo modo, una alta puntuación paternal en el tercer factor se relacionó con un 28 por ciento menos de probabilidades de una mayor puntuación SDQ en ambos puntos de tiempo.
Después de tener en cuenta factores potencialmente influyentes, como la edad de la paternidad, el nivel educativo y el ingreso familiar, las horas trabajadas y el sexo del niño, cada incremento unitario en las puntuaciones del factor uno se asoció con un 15 por ciento menos de probabilidades de tener problemas conductuales a la edad de 9 años y un 12 por ciento menos de probabilidades a la edad de 11 años, en comparación con los niños de la misma edad, sexo y antecedentes familiares.
Del mismo modo, cada unidad de aumento en las puntuaciones en el factor tres se asoció con un 12 por ciento menos de probabilidades de tener problemas conductuales a la edad de 9, y un 10 por ciento menor probabilidades a la edad de 11 años. No obstante, es un estudio observacional por lo que no se pueden sacar conclusiones firmes sobre la causa y el efecto, y como el anáisis se remonta a 25 años, los estilos de crianza pueden haber cambiado, de forma que los hallazgos pueden no ser ampliamente generalizables.
Sin embargo, los investigadores escriben: "Los hallazgos de este estudio sugieren que los aspectos psicológicos y emocionales de la participación paterna en la infancia de un niño son los más poderosos a la hora de influir en el comportamiento posterior del niño y no la cantidad de tiempo que los padres dedican al cuidado de los niños o a las tareas en el hogar".
Via infosalus.com
miércoles, 23 de noviembre de 2016
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