Tras el nacimiento del bebé, la madre, una vez en casa, debe pensar dónde dormirá el recién nacido. Igualmente debe preguntarse cuál será la habitación y las cunas colecho mejor adaptadas para el bebé, y cómo garantizar que estará en seguridad mientras que los padres duermen.
Muchos padres eligen poner la cuna de su recién nacido en su propio dormitorio, durante las primeras semanas, de esta forma se encuentran más cerca del pequeño en el caso de que se ponga a llorar, también pueden escuchar su respiración, y la madre se encuentra cerca del bebé para poderle dar el pecho con más facilidad. Otros padres eligen que el niño duerma en su propia habitación, dejando las puertas abiertas para poder escucharlo en cualquier momento.
Lo que sabemos es que tras 3 meses, la vista del bebé mejora, se adapta poco a poco a su entorno, a las luces, y a los olores. Es en este momento es cuando conviene darle su propio espacio al bebé, puesto que ha adquirido nuevos puntos de referencia que le permiten quedarse instalado en su propio dormitorio.
Dormir solo
Lo que es cierto es que dormir solo es una pedagogía muy útil para aprender la separación con relación a los adultos, aprender igualmente a dominar sus angustias, e ir creciendo progresivamente. Entre los 3 y 6 meses llega el momento de abandonar la habitación de los padres.
Tener un espacio para uno mismo es algo importante, aunque también es un tanto inquietante. Pasar tiempo con el bebé antes de acostarlo, ritualizar el momento de dormirlo, cantando una nana, por ejemplo, puede ayudar al bebé a instalarse en su sueño de forma suave, con serenidad, en su propio dormitorio. Una caricia, o unas palabras susurradas en el oído son buenos métodos para que experimente el amor de los padres, y experimente un sentimiento de seguridad.
La cuna colecho
Aparte del hecho de que dormir en la misma cama con el bebé puede ser peligroso, puesto que hay un riesgo de ahogo notable, también crea una proximidad entre el bebé y sus padres que corre el riesgo de instalarse con el tiempo, simplemente porque el bebé, feliz como un rey y experimentando una gran seguridad entre los brazos de los padres, puede hacerse dependiente. Después es muy difícil convencerle de que abandone el dormitorio parental para ocupar su propia cama en su propio dormitorio.
Esto no quiere decir que no se debe adoptar una progresión y hacer excepciones, como por ejemplo cuando tiene pesadillas, los dientes le están creciendo, o sufre una enfermedad. En todo caso, el dormitorio de los padres no es un lugar insignificante, es el lugar de dos adultos que necesitan encontrarse en total intimidad.
Via bebesalud.net
martes, 22 de noviembre de 2016
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