Solemos asociar ser estrictos en la educación con un modelo educativo rígido o antiguo. Nada más lejos de la realidad. De hecho, ser estricto en la educación de los hijos a la larga resulta muy positivo cuando son adultos.
Cómo ayuda el ser estricto a la educación de los hijos
Esto, que no es realmente nada nuevo, se ve refrendado en un reciente estudio realizado por la Universidad de Essex en Inglaterra. Este estudio abarcó el proceso evolutivo de más de 15.000 niñas de entre 13 y 14 años hasta que cumplían los 20 años. También el estudio, ya que tal era el objetivo, valoraba el tipo de madre de cada niña participante en el estudio.
De esta evolución los psicólogos creadores del informe determinan que la mayoría de las niñas que se habían desarrollado junto a una madre estricta, con reglas a cumplir de manera metódica, había logrado obtener más éxito. Este éxito se medía desde el punto de vista académico, es decir, con mejores resultados académicos y acceso a las universidades más prestigiosas, pero también, con la obtención de trabajos de buena calidad.
En este contexto parecía destacar el hecho de los resultados positivos de un modelo de educación estricto, basado en reglas y objetivos, con estándares altos. Pero, además, desde el punto de vista personal, el estudio también mostraba como el hecho de atenerse a reglas y crecer en un ambiente estricto en cuanto al cumplimiento de las mismas se veía reflejado diversos aspectos. De este modo, el nivel de embarazos no deseados es menor en este grupo, y también es menor el nivel de consumo de drogas o alcoholismo.
El estudio no concretaba de manera concluyente cómo influye el crecimiento dentro del entorno reglado y estricto. Es decir, no profundizaban los mecanismos, sin embargo, realmente no estamos como decíamos ante algo nuevo. Una educación basada en límites, en el respeto a la convivencia y las reglas comunes de la misma, así como la responsabilidad de las obligaciones (fundamentalmente académicas y en el hogar) es un buen elemento para niños y niñas desde muy pequeños.
No debemos confundir ser estricto con ser excesivamente rígido, ni mucho menos con ser malhumorado o excesivamente impositivo. Al contrario, ser estricto se basa en un modelo que tiene que partir del ejemplo personal, es decir, todos participar en el hogar.
En este sentido, hace falta que las reglas sean claras y concretas. También es necesario que todas aquellas normas de respeto o cumplimiento se enfoquen desde un punto de vista positivo. Nos interesa más lo que vamos a obtener y que esto sea perfectamente visible, ya que la recompensa justificará el cumplimiento.
Asimismo, mantener una educación estricta de nuestros hijos debe realizarse de manera serena. Perder los nervios, expresarse de forma poco firme o intranquila no es desde luego un buen camino para proponer una educación estricta y efectiva.
Por supuesto esto debe ir acompañado de las alternativas. Una educación estricta en el hogar no significa una educación cerrada, hay que aprender a escuchar a los niños y a la vez a entender sus necesidades e incluso modificar determinados conceptos, reglas o normas. Sin embargo, es muy importante que una vez establecido ese modelo de relación con nuestros hijos, en el que ellos han participado en su elaboración, no cedamos. Las normas una vez aceptadas por ambas partes deben ser siempre respetadas.
Via saludyvidasana.es
lunes, 21 de noviembre de 2016
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