Una azotaina a tiempo hace milagros. Una colleja oportuna es una victoria. Un sopapo bien dado… Y así.
Pues parece que no. Un estudio revela que dar un sopapo no necesariamente resulta en una mejor conducta y podría provocar posteriores problemas psicológicos y de aprendizaje.
"Unos azotes no logran los objetivos de los padres", dijo la directora de la investigación, Dra. Elizabeth Gershoff, de la Universidad de Texas, en Austin. "Cuanto más les sacuden, más problemas de salud mental tienen los niños. Tienen menor capacidad cognitiva, y obtienen unas peores puntuaciones en las pruebas de rendimiento".
Otro experto en el desarrollo infantil dijo que los hallazgos del estudio, basados en un análisis de 5 décadas de investigación, deberían dar a los padres algo en qué pensar con respecto al castigo corporal.
"Los padres deben reconsiderar el papel de los azotes como forma de disciplinar a sus hijos", dijo el Dr. Jefry Biehler, del Hospital Pediátrico Nicklaus, en Miami, "Pienso que es un estudio muy bueno que respalda la idea de que azotar a los niños no produce buenos resultados".
En la revisión, Gershoff y su equipo analizó 75 estudios que examinaron los castigos corporales. El objetivo era determinar sus efectos, tanto a corto como a largo plazo, en el niño.
Solamente estudiaron los azotes en los que "se pegaba en los glúteos con la palma de la mano", dijo Gershoff, y no los azotes realizados con un objeto, como puede ser una vara, según la “vieja disciplina inglesa”. Todos los estudios fueron publicados entre 1961 y 2014, y contemplaron a más de 160.000 niños.
Los investigadores descubrieron que los azotes se asociaron con 13 de los 17 resultados que examinaron, y todos eran negativos. Los resultados incluyeron los niveles de agresividad, los problemas de salud mental y unas peores habilidades de pensamiento, entre otros.
Cuatro resultados en diferentes parámetros: la resistencia inmediata, el abuso de alcohol o de sustancias en la niñez, el abuso de alcohol o de sustancias en la edad adulta, un deficiente autocontrol también se asociaron con los azotes, aunque no arrojaron suficiente evidencia como para considerarlos estadísticamente significativos, señaló Gershoff.
Según el estudio, el 80 por ciento de los padres en todo el mundo castigan corporalmente a sus hijos, aseveró Gershoff.
Los defensores mantienen que dar azotes es una forma efectiva de disciplina, con el argumento de que a ellos les pegaron de niños y les fue bien.
Gershoff afirmó que la mayoría de los padres se sienten frustrados a veces con la conducta de sus hijos, y la mayoría “quiere en algún momento pegarles. Pero nunca hay una razón para ello. Siempre hay mejores maneras de comunicar nuestra frustración", dijo.
Via netdoctor.elespanol.com
martes, 10 de mayo de 2016
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