La niñera ha cancelado, la cena se alarga…Existen varios motivos por los que nos podemos ver obligados a dejar a los niños solos en casa. Sin embargo, darles esa autonomía al principio puede inquietarnos. Para Victoria Muñoz, Profesora Colaboradora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, es fundamental que los niños aprendan a sentirse autosuficientes, ya que “vivimos en una sociedad dominada por los miedos y con ello estamos haciéndole un flaco favor a niños y niñas”.
Actualmente, no existe ninguna ley en España que recoja la edad mínima a la que un menor puede quedarse en casa sin supervisión, por lo que Muñoz nos da cuatro claves para trabajarlo con ellos y prepararlos:
Motivar a los niños y niñas a hacer cosas por sí mismos desde muy pequeños y reforzarlos cuando lo hacen.
Hacerlo de forma progresiva o escalada. El niño que no ha aprendido a estar solo en su cuarto media hora jugando no va a aprender a quedarse solo en casa. También hay pasos previos a quedarse solo en casa, como ir solos a algún sitios, muy poca cosa al principio, como, por ejemplo, pedir algo a un vecino o bajar la basura. Cuando se quedan solos en casa, que primero sean unos minutos (mientras se baja la basura, por ejemplo) y aumentar poco a poco. En cualquier caso la duración depende de la edad del niño, sus características, el apoyo que haya justo alrededor (vecinos…), las características de la vivienda (pensemos en un piso en altura sin rejas frente a una casa de pueblo…). No hay una respuesta única.
En general, antes de los 6-7 años tiene más sentido practicar con estar solos en una habitación, pero no en casa. A esa edad se puede probar con un par de minutos (“voy a decirle algo a la vecina, o a bajar la basura, ahora vuelvo”, etc) y dejarlos haciendo una actividad segura que les ocupe.A partir de los 8-9 años, si hay apoyo y se les ve maduros, se puede probar ampliando poco a poco el tiempo, siempre sabiendo que van a estar ocupados en algo seguro y que tienen estrategias para responder si ocurriera algo. Y a partir de los 10 años o así no hay problema si se ha trabajado bien anteriormente.
No inducir en ellos miedos sobre lo que les puede pasar si están solos. Mucho mejor enseñarles a confiar en ellos y estrategias para desenvolverse si algo ocurriera. Por ejemplo, darles seguridad y decirles que no tiene que pasar nada, la mayor parte del tiempo no pasa nada cuando estamos con alguien, tampoco tienen por qué pasar si estamos solos. Pero si pasa, podemos saber qué hacer: salir de casa cogiendo la llave, buscar a un vecino, llamar a emergencias…
Dejarles siempre anotados al menos dos teléfonos móviles, si los aprenden, mejor. Igual por la calle: si van solos tienen que saber que, en general, la gente les va a ayudar si tienen en algún problema. Les hacemos daño si les enseñamos que los otros son una amenaza. De todas maneras, en la calle el peligro fundamental está en el despiste al cruzar, en los coches, motos y bicicletas… y no tanto en los otros. Enseñarles también estrategias para ir muy atentos, no mirar solo que el semáforo está verde, sino también comprobar que los coches se paran…y estrategias para reaccionar si ocurre algo (teléfonos a los que llamar, pedir ayuda en una tienda…)
No forzar, respetar la iniciativa de niños y niñas por hacer cosas solos. Esto es, ir un poquito por detrás de lo que ellos van demandando sin forzar.
Debemos, en definitiva, advertirles de los riesgos, pero ante todo enseñarles las soluciones, dándoles cada vez más confianza.
Via saposyprincesas.com
viernes, 11 de marzo de 2016
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