A menudo, se habla de las “madres sobreprotectoras” pero, en realidad, la sobreprotección suele ejercerse por cualquier miembro de la familia, pasando por los padres y, cómo no, por los abuelos. Debes saber que es uno de los mayores errores que podemos cometer en la educación de nuestros hijos puesto que, lejos de ayudarles, lo que estaremos haciendo es poner “barreras” a su crecimiento personal y emocional.
Los niños necesitan oportunidades de aprendizaje. Puede que te parezca algo exagerado, pero todos debemos caernos alguna vez para saber cómo levantarnos, si no permitimos que cometan sus propios errores, o que se sientan autónomos dentro de sus posibilidades, llegará un día en que sientan demasiado miedo del mundo para atreverse a transitar por él con valentía y madurez.
Los riesgos de la sobreprotección en la educación de los niños
Seguro que tú misma conoces más de un caso con estas características. Madres y padres que están siempre pendientes de cada movimiento de sus hijos, que evitan que salgan fuera a jugar, que lo hacen todo por ellos, que satisfacen cada uno de sus deseos y caprichos.
Obviamente, como padres, no queremos que los niños sufran ningún daño ni corran ningún riesgo. Proteger, dentro de unos límites, es parte de la crianza, es un modo de crear unos vínculos que siempre mantendremos con nuestros hijos. Ahora bien, todo tiene unos límites. Pasemos ahora a analizarlos.
1. Padres y madres que se convierten en “servidores” de sus hijos
Hoy en día es muy frecuente ver en los supermercados, parques o restaurantes, familias donde los niños parecen tener las riendas de la voluntad de sus padres. Se les satisface cada deseo, cada demanda es cumplida para mantener al niño contento y bien atendido. Creyendo que, así, hacen felices a sus hijos.
Es un error. Si ejercemos ese tipo de sobreprotección, en la cual ofrecemos a los niños todo aquello que piden pensando que así les hacemos felices, lo que conseguimos en realidad es darles una visión equivocada de la vida. Nuestra sociedad tiene límites y tiene normas, las personas debemos esforzarnos por alcanzar nuestras metas y, si los niños no entienden esto desde el principio, se sentirán frustrados cuando descubran la verdad.
Los niños necesitan tener responsabilidades desde muy pequeños. Si los protegemos haciéndoles la vida fácil, ordenando sus juguetes, haciendo su cama, excusando sus faltas y sus errores, estaremos educando en realidad a personas totalmente inmaduras incapaces de responsabilzarse de su vida. No lo hagas nunca. Ponles normas, establece pautas para hacerles comprender que en casa, como en la sociedad en la que vivirán el día de mañana, necesitan ser responsables con sus propias cosas.
2. Padres y madres que siempre temen que les ocurra algo malo a sus hijos
Todo tiene un límite. Como padres, vamos a cuidar de que los niños no sufran riesgo alguno. Es algo vital y necesario. No obstante, no hay que llegar a la exageración de querer controlar cada paso de nuestros hijos o de evitar, por ejemplo, que salgan de casa.
Ofrecerles oportunidades y algo de autonomía es algo esencial para el desarrollo emocional de los niños. Llegará una edad en que ya sea hora de que vayan y vuelvan solos del colegio y, cuando lo hagan, se sentirán orgullosos de ellos mismos. Cuando sean adolescentes, van a querer traspasar muchos de los límites que les has impuesto, y este será el momento en que tengas que aprender a “negociar” con ellos. Si son responsables con sus estudios y su comportamiento, permíteles llegar más tarde a casa, dormir con sus amigos… Son pequeñas cosas con las cuales aprender a moverse en la vida y, seguramente, cometerán algún que otro error, pero eso es bueno. Tú estarás ahí para apoyarles, para sugerirles… Si no te limitas a sancionar o a prohibir, te verán como a alguien en quien pueden confiar. Si solo pones muros, huirán de ti y se sentirán inseguros.
3. Padres y madres que inducen el miedo y la inseguridad en sus hijos
Si nos limitamos a prohibirles y a ejercer día tras día esa sobreprotección, llegará un día en que los niños desarrollen miedo social. Se sentirán no solo como personas inseguras que no saben cómo moverse por el mundo, sino que, además, pensarán que éste es una amenaza.
Educar en sobreprotección es educar en inseguridad, es limitar el desarrollo emocional de unos niños que, el día de mañana, serán adultos inmaduros.
Si piensas que la sobreprotección es un medio con el que hacerles la vida más fácil, estarás cometiendo un error. Los niños necesitan esas heridas en las rodillas tras un partido de fútbol, o al caerse de un columpio. En ocasiones, esa pelea con otros niños en el parque les permite aprender muchas cosas sobre la personalidad de sus semejantes. Son pequeñas oportunidades de aprendizaje con las cuales ir madurando. Y tú, como madre o padre, estarás siempre junto a ellos, aconsejándolos, apoyándolos, pero nunca cortándoles las alas. ¡Recúerdalo!
Via mejorconsalud.com
miércoles, 25 de marzo de 2015
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