El divorcio de los padres siempre supone un trauma para los hijos. Dependiendo de la edad y de la forma en que lo enfrenten los adultos, los niños y adolescentes pueden sufrir menos los efectos, después de un proceso de comprensión y aceptación.
Nunca faltar a la verdad y la comunicación continua son los principios fundamentales para afrontar dicho proceso. Puede parecer duro, pero es posible superar un divorcio y llevar una vida familiar feliz a pesar de los cambios que se pueden generar. Después de todo, las parejas se separan una de la otra, no de sus hijos.
¿Por qué se divorcian los padres?
En la actualidad existen muchas situaciones que desembocan en divorcio. Cuando los hijos son pequeños, suele darse principalmente por cuestiones económicas. En la etapa adolescente, se presenta generalmente porque la pareja ya está muy desgastada y sólo comparte una rutina, por lo que ambos padres tienen interés de buscar a otra persona. Por ello, es importante hablar claramente con los hijos acerca de la situación.
Ellos deben saber que no está relacionada con ellos de manera directa.
No es tu culpa
Una de las características de los adolescentes es la sensación de que todo tiene que ver con ellos; por lo tanto, piensan que están haciendo algo que provoca o provocó el divorcio.
Algunos adolescentes se preguntan, por ejemplo, si podrían haber ayudado a evitar la ruptura; otros desearían haber podido impedir discusiones colaborando más con la familia; en algunas ocasiones son los hijos los que descubren que alguno de sus padres tiene otra pareja. Todo esto provoca en ellos un sentimiento de culpa.
Sin embargo, la separación y el divorcio son el resultado de los problemas que surgen en la pareja, no de los problemas que los padres tienen con los hijos.
Las decisiones que toman los adultos sobre el divorcio son solamente suyas. Los adolescentes deben tener claro que nada es culpa de ellos.
También se debe tomar en cuenta que los adolescentes tienen una serie de cambios en su cuerpo, en sus emociones, en su relación con otras personas, y empiezan a tener crisis afectivas, sexuales, familiares y sociales. Entonces, al presentarse un divorcio se sienten inadaptados, por lo que es necesario hablar con ellos y, en determinado caso, darles la oportunidad de tener apoyo extra para trabajar las sensaciones que no pueden manejar.
¿Qué pasa con el divorcio?
Es posible que, si sus padres se están divorciando, el adolescente experimente una variedad de sentimientos antes desconocidos y que sus emociones cambien con frecuencia. Es posible que se enoje, se decepcione, esté triste, se sienta más inclinado a proteger a uno de sus progenitores o culpar al otro de la situación; tal vez se sienta abandonado, preocupado, culpable y tenga miedo. Todos estos sentimientos son completamente normales.
Actitud negativa del adolescente
Por lo general cuando los adolescentes no pueden afrontar un divorcio presentan conductas auto agresivas. Entre ellas encontramos la auto mutilación (se cortan la piel), ingesta de alcohol o drogas, conductas como manejar a alta velocidad, arriesgar su vida, deprimirse, aislarse, retraerse, ser hostiles con los dos padres, por lo que se hace más difícil la cercanía; en un caso extremo pueden llegar a tener ideas suicidas.
Para los padres
Hay que saber que los hijos tienen una voluntad y que es mejor no intervenir o influir en ella.
Por otro lado, deben respetar la inteligencia de sus hijos, pues ellos han estado presentes, han visto lo que pasa, por lo tanto saben la verdad. No deben mentirles.
Es importante escuchar y mantener un contacto cercano y amoroso con ellos, comprenderlos y no hacerlos confidentes; es decir, siempre marcar ese límite que los ubica ante ustedes como hijos, no como amigos.
Es posible que el adolescente quiera que sus papás acudan a celebraciones especiales como partidos, reuniones, obras de teatro o recitales, pero quizá a uno de ellos le resulte difícil asistir si el otro está presente.
Los padres deberían pensar en solucionar este tipo de situaciones, sobre todo porque un adolescente necesita sentir el apoyo y la presencia de ambos progenitores, especialmente durante el proceso de divorcio.
Terapia familiar
Con el divorcio, la familia da un giro completo. Para avanzar y enfrentar este proceso, es muy positivo que los miembros puedan estar acompañados y ser ayudados mediante una terapia.
En el trabajo terapéutico no siempre se busca que la pareja vuelva a estar junta; en este caso, se trata de encontrar la mejor alternativa para la convivencia que tendrán ambos padres ante su nueva situación. Para esto también se necesita un proceso de terapia individual en el que cada uno solucione sus pendientes y descubra la forma de retomar su vida, pues cambian muchas cosas.
Entre ellas, el grupo de amistades, cómo se le ve ahora por parte de la familia de la ex pareja, etcétera.
Es fundamental que los hijos tengan un espacio para hablar de todo lo que no conversaron con sus padres; se les debe ofrecer la oportunidad de expresar sus ideas y pensamientos, para que así puedan sacar sus propias conclusiones.
A veces esto da miedo a los padres porque piensan que los van juzgar duramente y a convertirlos en sus enemigos; sin embargo, sólo se trata de darles un espacio de acompañamiento en el que puedan sentirse libres.
Con esto los jóvenes pueden superar el divorcio de sus padres y obtener madurez y seguridad en sí mismos. Muchos adolescentes se vuelven más responsables, independientes y sensatos tras el divorcio de sus padres.
Algunos, a raíz de esta experiencia, aprenden a solucionar mejor los problemas, a escuchar más a los demás y a ser mejores amigos.
Recomendaciones parael adolescente
No debes tomar partido. La situación es solamente entre tus padres. Ellos siempre serán tus familiares más cercanos. Muchas veces esto es difícil, pues los papás son quienes provocan que los hijos tomen partido y esto en lugar de ayudarlos los daña, ya que fomentan el resentimiento en ellos, lo cual influirá en la forma en que el adolescente tome sus decisiones para elegir una relación de pareja en el futuro.
No puedes hacer gran cosa para influir sobre el comportamiento de tus padres durante el divorcio, pero puedes pedirles que hagan lo posible por dar una tregua a las peleas y a las cosas desagradables que dicen el uno del otro. Debes sentirte libre para relacionarte con cualquiera de tus progenitores sin que el otro se sienta celoso, herido o se ponga furioso.
No es justo para nadie creer que porque te relacionas con uno de ellos estás traicionando al otro o que la felicidad de uno de tus padres depende de ti.
Via ganarsalud.com
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