El problema se tiene cuando las rabietas son muy frecuentes, ya que hay que hacerle ver al niño de forma inmediata que no puede tener esa actitud y que debe corregirla cuanto antes.
Los niños de entre 2 y 4 años son los que más rabietas tienen ya que es la forma con la que expresan su enfado o frustración ante una situación que no les gusta.
Puede ser originada por no querer comer, por no querer ir a dormirse o simplemente por querer algo que sus padres no le quieren dar en ese momento. Gritos y llantos dan forma a un escándalo que si te toca vivir en un sitio público es incluso bochornoso.
Rabietas descontroladas
Las rabietas suelen descontrolarse en la mayoría de los casos, y es que los niños son tan pequeños que no son capaces de controlarse a sí mismos, y lo que para ellos es una tontería para ellos es el mundo, y por eso se enfadan tanto. Lloran de forma violenta, se tiran al suelo y algunos incluso llegan a pegar a sus padres por no poder conseguir de ellos lo que quieren.
Cómo superarlas
Lo primero que tienes que hacer cuando el niño se pone así, es ignorarlo, es lo que mejores resultados da. Si ve que no le haces ni caso y que no te importa nada el enfado que se está cogiendo, no tardará nada en calmarse e intentar encontrar una vía de negociación para conseguir lo que quiere. Si por ejemplo está en su habitación, sal de ella y dile que volverás a hablar con él cuando se haya calmado ya que esa actitud es muy negativa.
Las palabras siempre son la mejor opción cuando debes tratar algo con tu hijo o con cualquier otra persona, aunque en una rabieta la verdad es que es muy probable que no te escuche debido a la alteración por la que está pasando. Intenta hablar con él en ese momento y decirle que las cosas no se consiguen llorando y gritando, y que se puede llegar a un acuerdo que sea bueno para los dos si deja de hacer eso. Cuando deje la rabieta, felicítale por ello para que se sienta reforzado.
Via pequebebes.com
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