Los bebés desde antes de nacer establecen unas fases de sueño que no
corresponden a largos ciclos y por lo tanto no podemos pretender que al
nacer, cuando además ya no están en el interior de mamá, en un entorno
tan acogedor como el útero, duerman muchas horas seguidas, ni durante el
día ni por la noche.
Pero sí podemos favorecer el sueño
tranquilo del bebé (y ello no se contrapone a que se despierte varias
veces) y del niño siguiendo unos sencillos consejos que ayudan a que su
organismo esté dispuesto para el buen descanso. Mañana es el Día Mundial
del Sueño Feliz, y os hablaremos sobre ello. Hoy como aperitivo os
queremos dar nuestros consejos para que el bebé duerma tranquilo y
feliz:
La temperatura de la habitación no ha de ser muy
elevada, ya que el calor hace que el sueño sea más agitado. Además, la
muerte súbita del lactante está relacionada con una temperatura elevada.
Del otro extremo, hemos de controlar el frío, porque también impedirá
que el bebé duerma bien, y podrá resfriarse.
La ropa justa.
No conviene poner demasiada ropa de cama ni abrigar en exceso al niño.
Las sábanas o mantas han de ser ligeras, de materiales que transpiren,
del mismo modo que el pijama o pelele. El niño acalorado se despertará
más a menudo. Lo mismo sucederá si el niño pasa frío.
La posición: se aconseja mantener al niño en posición supina (boca
arriba) con la cabecita ladeada al menos durante el primer año de vida
para prevenir el síndrome de la muerte súbita del lactante. La extensión
de la recomendación de la postura de dormir boca arriba ha reducido
significativamente las incidencias de muerte súbita. Para prevenir la
plagiocefalia (una asimetría craneal) conviene que el bebé no duerma con
la cabecita ladeada siempre al mismo sitio: hay que alternar la
posición.
Sin almohada: hay que evitar almohadas o cojines,
no solo por el riesgo de asfixia sino porque se puede deformar la
curvatura natural del cuello. Como la cabeza del bebé es grande en
relación al cuerpo y el cuello es corto, cuando está acostado boca
arriba la cabeza queda alineada con la espalda. La cabeza quedaría
inclinada con una almohada.
El bebé ha de alimentarse a
demanda, no podemos intentar que coma más antes de acostarse, porque se
fuerza el sistema digestivo del pequeño por la noche y esto puede
alterar la calidad del sueño. Ya se despertará cuando tenga hambre, y en
ese momento también hay que darle lo que pide, ni más ni menos. Seguirá
durmiendo mejor.
Por otro lado y en relación al punto
anterior y niños algo mayores, el alimento que se toma tarde se
transforma en grasas más fácilmente (el niño no realiza actividad física
durante muchas horas) y a lo largo del tiempo puede influir en un
sobrepeso y favorecer la apnea, que dificulta el sueño.
Hay
que procurar que el bebé tenga la nariz despejada y limpia para que
pueda respirar por ella y mantener la boca cerrada (durante el primer
año del niño, y tras establecer la lactancia, los bebés pueden utilizar
chupete).
Iluminación: los expertos aconsejan que los bebés
pequeños no duerman totalmente a oscuras durante el día para no alterar
su ritmo circadiano que se está estableciendo, pero si hablamos de
dormir por la noche, el asunto no está tan claro. Hay estudios que
sugieren que dormir con la luz encendida podría incrementarse el riesgo
de miopía, pero no se ha investigado este tema en profundidad para
corroborar dicha relación. Una luz de acompañamiento puede ser cómoda
para atender al bebé por la noche sin tener que encender la luz
principal, aunque puede que el bebé también se sienta cómodo a oscuras y
encendamos esa luz de acompañamiento solo cuando vayamos a atenderle.
Si el bebé se siente acompañado estará más tranquilo. Podéis escoger el
colecho (siguiendo los consejos de seguridad) o la cohabitación,
durmiendo en la misma habitación que el bebé. Si se acuesta antes que
nosotros, o está en otra habitación, no debemos demorarnos en acudir a
su lado cuando llore o notemos que está inquieto.
Seguir una
rutina antes de acostarse por la noche puede favorecer el sueño: un
baño, un masaje, una nana… aquello que tranquilice al bebé o niño. En
este punto, como en muchos de los anteriores, cada bebé es un mundo y
tendrá sus preferencias. Cuando crecen, nada de televisión o videojuegos
antes de dormir.
Como vemos, hay factores del ambiente y otros
relacionados con el propio organismo del niño, y a ellos se suma el tema
del acompañamiento. Un bebé recién nacido reconoce a su madre por el
olor, por la voz, y eso le va a dar tranquilidad.
Conforme pasen
los días, reconocerá al papá y al resto de la familia, que lo son todo
para él. Hemos de mantener la calma cuando pensemos que ya no nos queda
paciencia si el niño ha pasado una mala noche. Nuestra calma contribuirá
a su tranquilidad.
En definitiva, siguiendo estos consejos
podemos favorecer el sueño tranquilo del bebé, pero no olvidemos que es
saludable que se despierten por la noche y esos despertares en principio
no indican que nada “funcione mal”. Lo más probable es que el bebé
necesite comer, que le cambien el pañal o simplemente que lo cojamos en
brazos.
Via .bebesymas.com
viernes, 28 de junio de 2013
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