Disfrutar de los hijos al llegar a casa

A menudo salimos del trabajo estresados y agotados y cuando llegamos a casa no siempre estamos del mejor humor para lidiar con los peques.

Parece que no aprovechamos lo suficiente ese precioso y escaso rato que tenemos para estar con ellos y eso nos hace sentir peor.

Ante todo hay que hacer un esfuerzo por pausarse, "la vida es demasiado corta para ir con prisas", como decía el escritor americano Henry Thoreau.

Y darse cuenta que no pensamos jamás solos, nuestro estado de ánimo, estresado o relajado, es percibido inmediatamente por nuestro entorno.

Es una de las razones por las que grandes y pequeños se encuentran a gusto o incómodos en su casa -o en las de los demás.

En este caso hay dos preceptos indispensables: anticiparse y organizarse.

Anticiparse tranquiliza y te hace más disponible para gestionar eficazmente los imprevistos. Por ejemplo, prever durante el fin de semana los menús de las cenas de los días laborables y dejar ya hechos en el congelador algunos platos. Haciendo participar al peque en esas cocinitas de fin de semana lo que ya le hará asumir algunas responsabilidades de la casa de una manera lúdica y creativa. Aprovecha también esa actividad para compartir pequeñas confidencias, para que te transmita sus preocupaciones, pues pueden ser unos momentos ideales para tejer vínculos.

Organizarse fija unos puntos de referencia que marcan los ritmos de las noches. Por ejemplo, para calmarse después de una jornada de trabajo no hay nada mejor que volver caminando, lo que te da tiempo para asimilar los acontecimientos del día. O tratar de tener una actividad deportiva con adultos al menos un día por semana.

También es esencial hacer un corte con las preocupaciones del día antes de acostarse, nada mejor para ello que una buena lectura con el peque o una música tranquila y relajante. Y finalmente repasar juntos "la película" de lo que ha sido su día, rememorar los buenos momentos, relativizar los menos buenos, tratar de hacerle comprender que de las dificultades puede extraer lecciones para el día siguiente. Y si algo le preocupa, dejarle que se desahogue y luego decirle que lo olvide hasta el día siguiente, pronto captará esa sabiduría popular que dice que hay que consultar con la almohada. Seguro que al día siguiente tras un sueño reparador ya le parecerá menos grave.


Via bebe.doctissimo.