Uno de los problemas que nos encontramos a la hora de educar a los hijos es que papa y mama no se ponen de acuerdo a hora de poner las normas en el hogar, falta coherencia porque mientras uno piensa que no pasa nada porque el niño juegue con el balón en el salón, el otro piensa que no es un lugar para dar patadas a un balón.
Conclusión, el niño hace lo que quiere cuando puede. ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos de acuerdo en la forma de educar a los niños?
Proyectamos en nuestros hijos la educación que recibimos
Los estilos educativos de la familia oscilan entre dos extremos principalmente, autoritarios y permisivos aunque también existen el sobreprotector y el asertivo (al que deberíamos aspirar todos).
Lo habitual es que eduquemos de la misma manera que fuimos educados, por lo tanto debemos identificar si nuestro estilo educativo nos sirve para fortalecer interiormente a nuestros hijos o simplemente para corregir la conducta sin ningún aprendizaje para el niño.
Padres autoritarios
Los padres autoritarios se centran básicamente en el comportamiento inadecuado del niño, intentan controlar su conducta y lo fuerzan a comportarse de una determinada manera por medio de normas abundantes y rígidas, castigos cuando las incumple y críticas centradas en la persona y no en su conducta, por lo general con poco control emocional por parte de los padres.
Este estilo es muy efectivo en el momento pero crea rebeldía y baje autoestima a largo plazo, no logra un cambio interior en el niño y se suelen refugiar en la mentirá por miedo a la reacción desmedida de los padres que no dialogan consiguiendo incrementar el comportamiento que quieren eliminar.
Padres permisivos
Se dice que los niños que sufrieron heridas bajo el sistema autoritario, crecieron y al ser padres no quisieron educar a sus hijos de la misma manera volviéndose permisivos por no saber encontrar un punto medio.
Estos padres creen que los niños pueden tomar decisiones acertadas por sí mismos y dirigir sus propias vidas con poca intervención externa. Es un método respetuoso pero sin normas, rutinas ni horarios fijos, se evitan los conflictos y se delega la educación en terceros.
El resultado son hijos huérfanos emocionalmente hablando porque no han recibido unas referencias claras, una guía para convertir su inmadurez propia de la edad en pautas válidas para crecer.
Padres sobreprotectores
Por lo general un padre sobreprotector no es consciente del daño que le hace a su hijo queriendo precisamente que no sufra ni lo más mínimo.
Los niños que son educados de esta manera, no saben aceptar un no porque no les han marcado límites, les han consentido con excesivos premios y concedido todos sus deseos. De modo que no es de extrañar que sean niños inseguros, dependientes, con actitudes egocéntricas y baja tolerancia a la frustración.
Padres firmes y respetuosos
Una buena forma de afrontar el mal comportamiento de los niños es ayudarles a sentirse motivados para eliminar la causa que crea la conducta inadaptada.
Fuente: edukame.com
jueves, 22 de marzo de 2012
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