Así debes quitárselos
Los mocos son un eficaz mecanismo de defensa contra virus y bacterias, pero dificultan mucho la respiración y ocasionan molestias, especialmente a los bebés que no pueden expulsarlos solos.
Aunque a menudo son consecuencia de un proceso catarral, no es necesario que tu hijo esté constipado para tener mocos. Las mucosidades son una defensa natural de nuestro cuerpo, que impide que los gérmenes lleguen a las vías respiratorias altas y las infecten. A menudo son tan abundantes que dificultan su respiración. El resultado: el pequeño no puede mamar, se cansa, ronca, tiene tos, tal vez vómitos… e incluso puede llegar a padecer otitis.
Lo primero, limpiar
Además de prestar atención al constipado, si lo hubiera, debes extremar la limpieza de su nariz, especialmente antes de cada toma, ya que así le costará menos comer. Retira los moquitos que veas desde fuera con un pañuelo suave. Después, será suficiente con ponerle unas gotitas de suero fisiológico en cada agujero.
Si está muy congestionado, tendrás que aplicárselo con la ayuda de una jeringuilla, introduciéndola en uno de los orificios mientras con tu mano le tapas el otro y presionas el émbolo despacio, y repitiendo la operación en el otro orificio. Colócale tumbado de lado para evitar que trague mucosidades. Una alternativa casera, son los nebulizadores de agua marina.
Aspirar, con cuidado
Las peras y aspiradores nasales son muy útiles para despejar la nariz después de haber fluidificado los mocos, pero no conviene abusar de ellos, ya que pueden irritar sus fosas nasales. Un par de veces al día es suficiente. Si se trata de una pera, presionar primero la goma, después introduce suavemente el extremo de la cánula por la nariz, y a continuación suelta poco a poco la pera.
Mucho líquido y humedad
Si solo le das pecho, será suficiente con que lo sigas haciendo, ya que la leche materna asegura el aporte de líquido que necesita el bebé. Pero si es mayor, deberá beber más que de costumbre. Agua, infusiones, zumos, caldos… Todo vale para favorecer la disolución de las mucosidades y aliviar la congestión nasal.
Mantener el ambiente húmedo, especialmente a la hora de dormir, es también importante. Coloca un humidificador cerca de su cuna. También sirve un recipiente con agua en el radiador. Tanto en un caso como en otro, debes lavarlo y secarlo cada día para evitar que proliferen hongos o bacterias. Antes de que cumpla un año, no añadas eucalipto ni ningún otro tipo de hierbas al agua. Podría irritar sus vías respiratorias.
Enséñale a sonarse
Conforme se haga mayor, cada vez se resistirá más a que le introduzcas algo por la nariz, por lo que es bueno que le enseñes a sonarse cuanto antes. Tan pronto como sepa soplar por la boca, explícale que tienes que quitarle los moquitos, que él va a ayudarte cerrando la boca y “soplando” por la nariz y que solo así evitarás tener que ponerle gotas. Mientras lo haces, tápale uno de los orificios y después el otro. Acostúmbrale a hacerlo así para limpiar bien las dos fosas nasales.
Via guiadelnino.com
viernes, 6 de mayo de 2011
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