Uno de los temas más recurrentes en la sección de psicología de Mamicenter es cómo tratar el duelo
"María no sabe cómo explicarle a su hijo de cuatro años que su querido abuelo se está muriendo en el hospital".
"El perro de la familia de Luis se ha escapado, acaba de saber que ha muerto atropellado y duda si contárselo o no a sus hijos de dos y cinco años".
"Paola no encuentra las palabras para responder a su hijo de tres años cuando pregunta “mamá ¿te vas a morir?” quiere decirle la verdad sin hacerle daño"
Estas son algunas de las consultas más recurrentes de la sección de Psicología de Mamicenter. Igual que a María, Luis y Paola, a las familias les inquieta el tema de la muerte y no saber cómo responder a las preguntas de los más pequeños o cómo comunicar el fallecimiento de un ser querido sin que ello suponga un dolor añadido.
Es difícil separar la muerte de los sentimientos que conlleva y complejo hablar de ella a un niño si antes como adulto no se ha podido tratar con uno mismo.
Generalmente, la muerte es un tema que no suele estar presente hasta que no hay un suceso cercano o el niño, por su propio desarrollo e interés, pregunta por ella. Por ello, es importante estar preparado porque cuando un niño pregunta es porque necesita respuestas y está dispuesto a escucharlas y entenderlas siempre que las adaptemos a su nivel cognitivo.
La muerte forma parte de la vida, entender la muerte es poder aceptar que es una etapa final y, al margen de las propias creencias, debe explicarse como un hecho irreversible y universal.
Cuando un niño pregunta “mamá, ¿te vas a morir?” hemos de calmar y responder con naturalidad que todos nos vamos a morir porque forma parte de la vida. Responder las preguntas de un niño que se interesa por la muerte es vital para que no se obsesione por el tema y la oportunidad para hablar sobre la importancia de la vida. Explicar que vivir es aprender mucho, mucho cada día y crecer y disfrutar de cosas preciosas, pensar en todo lo bonito que hay que vivir. A lo oscuro de la muerte, hay que ponerle el color de la vida.
También podemos tratar las principales emociones que acompañan a la muerte como son el miedo y la tristeza. Podemos explicar que cuando alguien se muere nos ponemos muy tristes porque lo perdemos para siempre y es bueno llorar y recordar todos los momentos que hemos compartido y sido felices juntos. También es positivo hablar del miedo que todos tenemos a morirnos porque es un suceso del que no sabemos lo que va a pasar. Por ello hemos de ser valientes cuando ocurre y pasarlo muy bien mientras no ocurra. Así, desdramatizaremos el tema y transmitiremos seguridad y la alegría de vivir.
Responder con sinceridad a las preguntas de los niños sobre la muerte y emplear un tono de voz adecuado es esencial para que puedan tranquilizarse y compartir sus preocupaciones. Cuando ocultamos aquello que nos intranquiliza como adultos estamos transmitiendo ese temor transformándolo en algo horrible de lo que no se puede hablar. Para que eso no ocurra es aconsejable compartir los propios sentimientos, explicar que a mamá o a papá la muerte les parece fea o les pone triste ya es una manera de poderla tratar con sosiego.
Cuando el tema de la muerte se hace inevitable por producirse en el entorno del niño hay que comunicarlo de manera sencilla sin ocultar los sentimientos. Si mamá está triste porque se ha muerto el abuelo hay que poder comunicarlo desde la tristeza.
Toda muerte abre un proceso de duelo y es saludable que ese duelo también se permita hacerlo a los niños. En muchas ocasiones, ocultar la muerte de un ser querido para el niño y no permitirle así ese duelo puede conllevar consecuencias perniciosas para su salud emocional. Es importante que un niño pueda expresar sus sentimientos y así poderle acompañar y ofrecer herramientas para superarlos. De esta manera, crearemos un clima de confianza que evite generar más angustia de la necesaria.
El primer paso en todo proceso de duelo es aceptar la realidad de la pérdida por ello debemos ser claros y no confundir explicando que se ha ido de viaje y dejando la puerta abierta a un posible regreso.
Todo duelo precisa un proceso de despedida por ello es necesario, respetar los deseos del niño y ofrecerles maneras de proceder en esa despedida. Aunque solemos preservarlos de los funerales y las visitas a los cementerios, es importante saber que son ritos de despedida que ayudan en el proceso del duelo y que si un niño quiere participar en ellos debemos permitirlo y si no quiere podemos fomentar acciones alternativas como puede ser un dibujo o una historia dedicada que haga la función de despedida.
También suele ser conveniente tener en cuenta que cada muerte tiene sus propias circunstancias y por ello no hay un tiempo óptimo para el duelo sino que en cada caso necesitará el suyo propio. Por ejemplo, a un niño que se le ha muerto su mascota y no quiere ir al colegio debemos permitirle que se quede en casa y dedicar ese tiempo a recordarla y poder prepararse para compartir la noticia con sus compañeros de clase. Ello ayudará al niño a procesar sus sentimientos y la realidad que ha vivido al mismo tiempo que se siente querido y comprendido.
Para acabar, comentar que hay en el mercado recursos como cuentos preciosos y películas infantiles que nos acercan al tema de la muerte y que permiten abordarlo de manera sencilla y directa en cualquier momento.
Citaré dos:
-El clásico de Disney Bambi con el que poder sentir y acompañar la tristeza de su protagonista ante la muerte de su mamá.
-El cuento de Ana-Luisa Ramírez y Carmen Ramírez, titulado Así es la vida, que a través de sus páginas nos introduce en todo lo que podemos conseguir en la vida y cómo la muerte es una situación más que hay que aprender a aceptar.
Via elpais.com/elpais/
jueves, 9 de febrero de 2017
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