Las pataletas, los lloros y los gritos son las reacciones habituales que tienen los niños durante una rabieta, pero también tienen otras, como por ejemplo aguantar la respiración. Los especialistas comentan que no se trata de una acción premeditada, se trata de un reflejo ante una situación de enfado, miedo o frustración.
A algunos niños les da por aguantar la respiración en una rabieta hasta el punto de que se pueden poner morados e incluso pueden sufrir la pérdida de conocimiento. Si nosotros realizamos la prueba de aguantar la respiración, comprobaremos que es difícil evitar respirar hasta ese punto, cuando ya no se puede más se respira y difícilmente se llega a la pérdida de conocimiento. Lo cierto es que los niños no son plenamente conscientes de la situación, algunos expertos explican que en realidad el niño no aguanta la respiración a propósito, se trata de un reflejo, una respuesta a una situación de enfado, frustración, miedo, dolor, etc…
No sabemos si habéis vivido un episodio de este tipo, nosotros lo hemos presenciado en un supermercado, y en este caso, la madre cedió a las pretensiones del niño probablemente por más temor que vergüenza de lo que estaba haciendo. El pequeño quería un huevo de chocolate con sorpresa, la madre le decía lo típico, que no podía ser que cada vez que iban a comprar tuviera llevarse una de estas golosinas, aunque luego acababa tirando el chocolate y el juguete lo aparcaba rápidamente. Normal, no valen para nada.
Este tipo de rabietas en las que los niños aguantan la respiración suelen ser más frecuentes en edad preescolar, por fortuna, cuando empiezan la escuela apenas se producen. Como decíamos, al aguantar la respiración se pueden poner azules ya que les falta el oxígeno, pueden tener algunos espasmos y terminar perdiendo el conocimiento, por lo que es lógico el temor de los padres. Se trata de un comportamiento alarmante que es difícil ignorar, no es extraño que los progenitores acaben cediendo.
Actuar así es contraproducente, ya que se está mostrando a los niños que este comportamiento es efectivo para salirse con la suya, por ello hay que actuar con cabeza y no dejarse llevar por la situación. En la medida de lo posible hay que ignorar el comportamiento del mismo modo que se debe ignorar una rabieta común, tampoco hay que enfadarse con los niños, ya que a fin de cuentas el principal objetivo de esta conducta es llamar la atención, y el enfado es una muestra de que lo han conseguido.
Es conveniente hacer caso a los niños cuando se hayan calmado, será el momento de hablar con ellos y explicarles que este tipo de comportamiento es contraproducente, les perjudica y no lograrán que se les preste atención o que puedan salirse con la suya. Recordemos que las explicaciones se deben dar en un lenguaje cercano y colocándose a la altura de los niños. Quizá al principio no harán caso y sufrirán nuevas rabietas, pero al final esta conducta se termina abandonando.
Claro, que cada caso es un mundo, no todos los niños reaccionan de igual modo, la intensidad del enfado y las reacciones asociadas a las rabietas varían. Pero existe una regla que se puede aplicar en todos los casos, si podemos prever la conducta que va a tener un niño, merece la pena seguir estrategias como intentar que centre su atención en otra cosa, es un modo de evitar una situación que no queremos que se produzca. Para tener una idea sobre cómo controlar las rabietas de los niños,
Via pequelia.republica.com
miércoles, 25 de enero de 2017
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