jueves, 26 de mayo de 2016

Las amenazas en los niños ¿funcionan?


Es una situación que se repite en todos los hogares del mundo. Tu hijo hace algo que no debería haber hecho y con el fin de que corrija su comportamiento lo amenazas con un azote, no poder jugar con los juguetes, no salir al parque o lo que sea que sepas que  le pondrá sobre aviso. Dejando a un lado que la violencia nunca es la solución, hoy veremos cómo la amenaza puede volverse en nuestra contra y te enseñaremos 4 trucos mucho más eficaces que una regañina.
Por qué no debemos amenazar a nuestros hijos

En el año 1960, Jonathan Freedman, un investigador de la Universidad de Stanford, se preguntó cuál es el alcance de las amenazas que los adultos suelen hacerles a los niños. Los resultados no dejaron indiferente a nadie. Te los resumimos a continuación:

Cuando amenazamos a nuestros hijos porque no queremos que hagan algo que ellos desea, volvemos este objeto de deseo mucho más apetecible. Si no queremos que siga viendo, por ejemplo, la televisión, amenazarle sin volver a verla nunca hará que en los días siguientes la preste mucho más atención y aumente su dependencia sobre ella.

En definitiva lo que estamos haciendo cuando amenazamos a los pequeños de la casa no es ni más ni menos que alimentando su deseo por lo prohibido.

Por lo tanto si resaltamos las consecuencias negativas de incumplir las normas provocaremos un  efecto boomerang que acrecentará la curiosidad infantil de nuestro pequeño. Pero entonces ¿Qué debemos hacer? Aquí te dejamos 4 alternativas a las temidas “consecuencias” cuando tu hijo no obedece.
Alternativas a la amenaza

    Deja que sea tu hijo quien entienda que está haciendo algo mal y ponga solución al problema.
    Trata de hablar con él, llegar a un entendimiento y negociar la opción con la que los dos ganéis. Tus palabras son tu mejor aliado.

    Ten muy presente la edad de tu hijo y no  le pidas imposibles.
    Piensa antes de actuar. En esos casos la impulsividad puede ser tu peor enemigo.

No olvides que la autodisciplina comienza a desarrollarse desde los tres años, por lo que cuanto antes empieces a asentar las bases de una buen educación, más rápido aprenderá tu hijo a comportarse.

Por último te dejamos tres últimos consejos cuando te enfrentes a un conflicto con tu hijo.

- El objetivo es que tu hijo aprenda lo que está bien  y lo que está mal. No siempre va a hacer siempre exactamente lo que nosotros querríamos, por lo que impón menos prohibiciones y trata de hacer entender a tu hijo por qué ha de hacer una cosa y no otra.

- Ser firme no significa ser agresivo o gritar. Has de tener claro el motivo de la disputa y el objetivo que quieres alcanzar y siempre tratar de ser los más coherente posible para poder defender tus argumentos y que tu hijo note que tienes claro el camino a seguir.

- A la hora de dirigirte a tu hijo utiliza un tono neutro. Exaltarte tu solo hará que tu hijo imite tu comportamiento y la crispación aumente entre ambos. No eleves el tono al hacer la prohibición e intenta que tu tono no denote nerviosismo ni agresividad.

Via siquia.com

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