Catedrático jubilado. Cuarenta y tres años de experiencia docente le contemplan. De él recibí el siguiente consejo antes de que mis niños empezaran primaria: “haz que tus hijos lean, que disfruten de lo que lean y, lo más importante, que entiendan lo que lean”.
He consultado algunas fuentes, hablado con maestros, leído algunos libros y unos cuantos artículos. Además, he anotado cuidadosamente mi propia experiencia personal, nutrida de algún acierto… y de bastantes errores (espero que corregidos a tiempo, pues no habían cumplido los ocho). Por ejemplo:
Obligar a leer. Gran error. Hay que conseguir que el niño lea por su cuenta. Eso sólo puede lograrse si asocia la lectura a un buen rato, a una satisfacción. Y tal cosa ocurre mejor en un entorno de libertad. Que lea, sí, pero porque le gusta y le da la gana.
Afligirse porque el niño empieza primaria sin leer ni papa. Cada niño tiene su edad, su ritmo. Que un hermano mayor haya aprendido con 5 años no convierte en tonto al menor que con 6 apenas deletrea las palabras. Los expertos dicen que hasta los siete años un niño no tiene por qué saberlo todo. (Relacionado con esto, recomiendo este artículo de El País)
Usar la lectura como castigo. “Si no te comes la sopa te mando a tu cuarto a leer”. La fastidiaste. Ni comerá ni leerá. Y si te empeñas en ello, el niño identificará la lectura con el castigo.
Insistir en que lea los cuentos que a él/ella no le gusta. ¿A ti te gustaron cuando tenías su edad? Pues a él/ella no tienen por qué.
Exigirle que termine un libro que ha dejado a mitad porque le aburría.
Darle la brasa con sermones sobre la importancia de la lectura. ¿Qué diantres le importa un niño que la lectura “sea el alimento del alma, la gimnasia del espíritu, la base de la formación” o cursilerías semejantes? Ahórratelas.
Y ahora, unos consejos que dan resultado. He tratado de llevarlos a la práctica y, la verdad, funcionan.
Los fines de semana, compra tebeos con él/ella. Que pueda elegir lo que le gusta. Y cuando hablo de elegir me refiero a eso: comparar entre tebeos o libros y decidir cuál le gusta más (seguramente le gustará más de uno). Conviene dejarle con ganas de más: “te compro hoy este y, si te portas bien, la próxima semana te compro otro”)
Acércate al departamento infantil de las librerías y déjales en libertad. Es un buen plan de paseo los días de lluvia o mucho frío. Que busquen, que husmeen y que miren lo que les apetezca, aunque luego no compres nada. No te sientas gorrón. Te aseguro que la librería amortizará la visita tarde o temprano. Con tu dinero o con el suyo.
Si en esa visita a la librería se enamora de un libro, no se lo compres de inmediato. Ponles un reto para que se lo ganen, o diles que es muy caro y le pagas la mitad. Que la otra la saque de su hucha.
Para hijos un poco más creciditos: digan, lo que digan: la prensa deportiva es un gran aliado de la lectura de niños y adolescentes (pero, eso sí, antes tira las fotos subidas de tono y los anuncios de prostitución, que por desgracia aún siguen existiendo).
Si les ha gustado un libro o cuento o historia, interésate por ella; pídele que te la cuenten, hazle preguntas. Leer no consiste en verbalizar, sino en comprender un mensaje. Uno ha entendido algo cuando puede explicarlo con sus propias palabras. Ejercicio imprescindible y que requiere mucha paciencia paterna (como les emocione una historia y vean que alguien les hace caso, hay niños que pueden estar horas hablando solos).
En las entrevistas con su profesor, no olvides hablar de la lectura en casa. Conviene que los maestros están informados de sus intereses; además, siempre podrá ofrecer un buen consejo para estimular al niño.
Si le ha gustado una película, sugiérele un libro sobre esa misma película. He de advertir que alguna de mis fuentes no está de acuerdo con este consejo, pero en mi caso particular la experiencia ha sido positiva; de modo que lo dejo sólo como sugerencia.
Revisa los contenidos. Hay cómics que a simple vista parecen inofensivos pero su rectura resulta desaconsejable incluso para los adultos. Mucho ojo, porque los pervertidos no sólo se esconden por internet. Hay editores que no demuestran ningún respeto por la infancia.
Y, aunque parezca de perogrullo, revisa la vista de tus hijos: hay niños que no leen porque, simplemente, no ven bien. Hablo por propia experiencia. Una revisión al año no hace daño, sobre todo a estas edades.
(Actualización 7 noviembre: por sugerencia de muchos de los casi 30.000 lectores que han visitado este post, tengo que incluir un consejo más. Si quieres que tu hijo lea, predica con el ejemplo: lee tú. Y que te vea. Es algo de sentido común, pero se me olvidó incluirlo. Gracias a los lectores, que me lo han recordado una y otra vez, lo añado. Más vale tarde que nunca, ¿no?) ;)
Una última reflexión, que he escuchado más de una vez: de la misma forma que no debemos obsesionarnos si un hijo no lee con seis años, debemos alarmarnos mucho si no lee nada, por propia iniciativa, con nueve o con diez. Recuerda que, al menos hasta los dieciséis, la mayor parte de la vida académica se resume en lo mismo: leer y entender, leer y entender, leer y entender.
(Para ampliar más sobre este asunto, me ha gustado un libro práctico e interesante: “Cómo hacer hijos lectores”, de la colección “Hacer Familia”).
Via blogs.lainformacion.com
viernes, 24 de abril de 2015
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