lunes, 2 de febrero de 2015

Mami, he mojado la cama



Se acepta que aproximadamente a la edad de 4 años es cuando se adquieren los hábitos fisiológicos de una forma completa y que se sigue un proceso determinado, primero control anal durante el día, después control anal durante la noche, a continuación control vesical diurno y finalmente control vesical nocturno.

La enuresis es un proceso que ocurre con una cierta frecuencia, más de 5 millones de niños en los Estados Unidos se orinan en la cama por la noche y algunos de ellos aún lo hacen a la edad de 7 años. Estas cifras disminuyen ligeramente conforme va avanzando la edad. Aunque el problema desaparece con el tiempo, bastantes niños e incluso un pequeño número de adultos continúan presentando episodios de enuresis.

La enuresis puede ser primaria, es decir, cuando los niños nunca han estado constantemente secos a lo largo de la noche o secundaria que sucede en aquellos niños que no se orinaban en la cama durante al menos 6 meses y luego comenzaron a mojarse de nuevo.

Se califica de enuresis nocturna cuando el niño se ha orinado en la cama más de 2 veces en un mes a partir de los 5 ó 6 años

En general, se califica de enuresis nocturna cuando el niño se ha orinado en la cama más de 2 veces en un mes a partir de los 5 ó 6 años. Según apuntan los expertos, es importante resaltar una especial incidencia de trastornos de la conducta como ansiedad, aislamiento social, bajo rendimiento escolar, etc… en niños y niñas que sufre de enuresis. También no hay que olvidar que este trastorno puede ocasionar repercusiones en el entorno social, como la negativa a ir a campamentos, salidas escolares, excursiones, etc… en los que el niño puede estar preocupado por su problema.

Independientemente de concomitancias genéticas, componentes psicológicos relacionados con un aprendizaje defectuoso del control esfinteriano, de rasgos predisponentes relacionados con la personalidad (ansiedad, irritabilidad, introversión, excitabilidad…) o de factores externos familiares o sociales o incluso de maduración evolutiva neurofisiológica que puedan facilitar la aparición del proceso, en general se acepta que los niños que padecen este trastorno de enuresis presentan capacidades vesicales máximas menores que los niños no enuréticos; que orinan con más frecuencia que el resto y que tienen capacidades vesicales funcionales inferiores a las que se pueden apreciar en las niñas y niños no enuréticos. Otra aproximación reciente a sus causas proviene de la endocrinología ya que se ha observado que en personas no enuréticas se produce un aumento de vasopresina durante el sueño, lo que produce una disminución de la diuresis, mientras que en los niños con enuresis dichos niveles no sufren variación durante la noche, es decir, son similares en el estado de vigilia y en el de sueño.

En cualquier caso la consecuencia siempre es la misma, la micción esporádica incontrolada durante el día o la noche (enuresis diurna o nocturna) y el componente social que ello acarrea para la psicología y comportamiento social del niño o la niña. Por ello detectado el problema es importante acudir a un especialista que ayude a resolver esta situación lo antes posible.

    Los castigos no sirven

No hacer nada o castigar al niño son respuestas comunes a la enuresis, pero ninguna de ellas ayuda en forma alguna, más bien lo contrario, complica la situación al generar sentimientos de culpa, disminución de la autoestima e inseguridad. Lo recomendable es darle seguridad al niño poniéndole en antecedentes de de que la enuresis es un proceso común y que se puede aliviar y curar.

Es bueno comenzar con ciertas normas de rutina e higiene, es decir que el niño vaya al baño regularmente y en los momentos habituales durante el día y la noche, especialmente antes de acostarse, reduciendo la ingesta de líquidos y procurando no retener la orina durante períodos de tiempo prolongados.

Recompensar al niño por las noches en que no se orina en la cama no resuelve el problema en sí mismo, pero puede ayudar y se debe intentar antes de utilizar medicamentos. Las alarmas para enuresis son otro método que se puede utilizar, la alarma (pipi-stop) despierta al niño o padre cuando el primero comienza a orinar, de manera que el niño puede levantarse y usar el baño.

Los medicamentos más frecuentes son el DDAVP (desmopresina) que disminuye la cantidad de orina producida en la noche, y los antidepresivos tricíclicos (con mayor frecuencia imipramina) también pueden ayudar pero sus efectos secundarios pueden ser molestos y hay riesgo de que si se sobredosifica haya consecuencias graves. Por lo tanto, estos fármacos normalmente se utilizan solo cuando otros tratamientos han fallado.

Algunas fuentes consultadas determinan que las alarmas para enuresis combinadas con un tratamiento farmacológico sería el método que produce el mayor número de curaciones. Ni que decir tiene que las enuresis secundarias o reactivas a conflictos familiares, sociales, requieren de un tratamiento psicológico adecuado desarrollado siempre por el especialista.

Via knowi.es

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