domingo, 21 de septiembre de 2014

Los niños están felices cuando cantan con mamá o papá


Es gracioso y a la vez sorprendente ver a Julia, que apenas levanta un palmo del suelo, seguir el ritmo de la música con su piececito. Marca perfectamente los tiempos en la clase de musicoterapia a la que acude con su madre, dentro del Proyecto para la Infancia del Ayuntamiento de Marbella.

Adriana, también de un año, cantaba antes de hablar. Y Sami, de la misma edad, se convierte en percusionista en cuanto tiene dos palos en la mano. Luna hace en casa coreografías con las canciones que aprenden en clase y Héctor, el más pequeño de clase, no deja de buscar los ojos de mamá en todos los juegos: está claro que disfruta de lo lindo.

La clase de Arantxa Castañeda, musicoterapeuta, pedagoga y profesora de piano, no es una clase de estimulación musical y esto es algo que deja claro desde el primer momento. El objetivo principal es apoyar y reforzar el vínculo entre las madres y los bebés, que comparten experiencias en torno a la música. Esto supone, inevitablemente, el desarrollo de una relación afectiva del niño con la música. Y muchos otros beneficios colaterales, que más tarde exploraremos.

Los beneficios de la musicoterapia

¿Utiliza esta musicoterapeuta a Mozart en sus sesiones? No especialmente. “La música clásica tiene determinadas características que ayudan al desarrollo de la sensibilidad”, apunta, “pero creo que los beneficios no vienen tanto de que la música sea de Mozart como de qué actividades compartes con el niño en torno a esa música”, afirma.

Es algo que queda claro viendo a las mamás y los pequeños en la clase de Arantxa Castañeda: las manos de mamá suben y bajan hasta tocar al bebé, que agita las piernas con alegría. Le encanta la canción del arbolito que crece, y ambos esperan con ilusión el momento en el que mamá baja hasta unir su frente con la del pequeñín. En la clase de los mayores las madres observan cómo sus hijos tocan el tambor, las maracas o la pandereta, bailan juntos canciones, en corro, y exploran colores y juegos con preciosas músicas de fondo. Dunia, la madre de Sami, reconoce que va a clase porque disfruta de lo lindo. "Como una niña", precisa.

Don Campbel, el músico y escritor del libro "El efecto Mozart", se muestra de acuerdo con este punto: "Los niños son felices cuando saltan, bailan, baten palmas y cantan con una persona querida en quien confían. Y mientras la música los deleita y entretiene, contribuye a modelar su desarrollo mental, emocional, social y físico", afirma en su libro. Porque sí, cada canción, cada música, influye en quien la escucha. Entra por el oído... Y llega a todas partes.

Piti, la madre de Julia, lo corrobora: "Veo a Julia muy conectada con la música, cuando tiene un berrinche me pide una canción (“chua, chua, chua”), y cuando tiene sueño otra, que ella empieza a tararear (“aaaaaamia”). Cuando hay mal rollo pongo música y cambia el aire”, comenta. Selena, la madre de Héctor e Iris, observa también grandes beneficios: "La veo muy beneficiosa para conectar consigo mismo, con su cuerpo, sus emociones, y poder expresarlas, sin forzar", afirma.

No tiene por qué se de Mozart

La mejor música en cada momento es aquella con la que nos sentimos a gusto. La más efectiva, no obstante, la que más beneficios presenta, “es la voz de mamá cantando”, indica Castañeda. "El mejor desarrollo, en relación con la música, viene de cantarle".

El contacto temprano con muchos tipos de música alimenta la capacidad de disfrutar y desarrollarnos con ella. Integramos ritmos, emociones y nos beneficiamos de dar entrada a la música en nuestra vida.

¿Qué puede aportar la integración de la música así entendida en nuestra vida, además de reforzar el vínculo entre la madre y el hijo? En primer lugar se produce una sensibilización afectiva del niño con la música: las clases no son para convertir a nadie en músico, pero los niños que comparten con sus padres momentos musicales establecen una relación especial con los sonidos. Es una oportunidad de dotar al niño de vivencias musicales enriquecedoras, desde el punto de vista físico y psicológico, algo que contribuye al refuerzo de su autoestima "cuando el niño se siente seguro, acompañado y no forzado”, recuerda Castañeda.

Además se produce un desarrollo de la discriminación auditiva, algo que favorece el desarrollo de la expresión verbal: "La música es un lenguaje, hay muchos niños que antes de hablar tararean, porque el lenguaje oral tiene mucha relación con el musical”. Y, por supuesto, ayuda en la adquisición de cualquier otro idioma.

Entre otras cosas, también contribuye al desarrollo de la coordinación motriz y la expresión creativa del niño.
Cómo integrarla en la vida diaria

Anunciar rituales con canciones. La música es clave a la hora de establecer rituales. Todo cuesta menos y es perfecta para establecer cualquier rutina, más o menos deseable por el niño: “A guardar, a guardar, cada cosa en su lugar...”. “Levanta, mi niño, que ya salió el sol”... “Los patitos, en el agua, esperan a Maribel”. Podemos inventar canciones para guiar nuestras actividades diarias, es una forma perfecta de marcar el principio y el final de las cosas.

Compartir juegos musicales: como todos los juegos de falda, y más tarde los juegos en grupo que integran música o rimas: "el corro de la patata", "Un, dos, tres pollito inglés", "La vieja de la calle 24", el juego de la silla... Podemos utilizar la música para organizar un concurso de baile.

Crear y componer: Unos botes de cola cao, un par de cazos y las cucharas de madera se convirtieron en una batería perfecta para Gabriel, de 4 años, una mañana de sábado. No es necesario tener instrumentos para hacer música aunque podemos hacernos una pequeña caja de música para tocar con ellos: un xilófono, una pandereta o tambor, maracas, cascabeles...

Escuchar nuestras melodías favoritas. Podemos beneficiarnos de tener la música puesta mientras hacemos cosas no musicales como pintar con los niños, preparar la comida, viajar en el coche... De esta forma podemos explorar diferentes melodías. De forma intuitiva nos vamos dando cuenta de cuándo necesitamos canciones más suaves o más movidas, con tambor o flauta, pop o rock... Hoy es más fácil que nunca acceder a todo tipo de músicas y canciones.

Via serpadres.es

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