sábado, 4 de enero de 2014
Es necesario poner pomada en los ojos a los recién nacidos
De un tiempo a estar parte, con nueva evidencia científica y con los cambios de los protocolos, muchas de las cosas que se le hacían a los bebés nada más nacer ya no se hacen, o se está luchando para que se dejen de hacer, o bien se hacen más tarde, para permitir que madre e hijo sigan unidos tras el parto y que el bebé, tranquilo y caliente en el pecho de su madre, se agarre al pecho sin interferencias, para lograr una mejor lactancia y un mejor vínculo madre-hijo.
Una de las actuaciones que se ha hecho siempre es la de poner pomada en los ojos de los bebés, para prevenir una conjuntivitis neonatal. Ahora bien, al ponerles la pomada en los ojos dejan de ver bien y les cuesta ver el pezón de su madre (que precisamente cambió de color, a más oscuro, para que lo viera) y además se añade un olor extraño para ellos, el de la pomada, perjudicando también el reconocimiento del olor de la madre y de su pecho. Por eso cabe preguntarse: ¿Es necesario poner pomada en los ojos a los recién nacidos?
¿Para qué sirve la pomada?
Lo primero, para responder la pregunta, es explicar exactamente cuál es la razón de poner pomada en los ojos de los recién nacidos. Muchos bebés llegan a sufrir conjuntivitis después de nacer. Es una infección casi siempre causada por bacterias, que puede ser producida también por virus o agentes químicos (el nitrato de plata que se emplea a veces para prevenir la conjuntivitis neonatal puede producir una conjuntivitis transitoria).
El contagio de la bacteria suele producirse en el canal del parto, aunque a veces sucede en el útero o incluso después de nacer, por secreciones contaminadas del personal sanitario o de las familias.
Una infección bacteriana a esa edad, llegando a producir conjuntivitis, si no se trata adecuadamente, puede llevar a lesión ocular permanente o a sufrir ceguera.
¿Sirve de algo aplicar pomada preventiva?
Una vez sabemos que no interesa que un bebé sufra una conjuntivitis, o que si la sufre se deje sin tratar, debemos preguntarnos si el hecho de utilizar la pomada de manera preventiva sirve para evitar la conjuntivitis neonatal.
Un meta-análisis (una revisión de muchos estudios) realizado en el año 2010 incluyó ocho estudios que analizaban este tema. La mayoría de ellos tenían fallos importantes en la metodología y los resultados no pudieron tenerse en cuenta, así que quedó como único estudio de confianza uno en el que se analizaban las tasas de conjuntivitis neonatal por chlamydia, tratada de tres maneras diferentes, con nitrato de plata, con eritromicina y con tetraciclina, y vieron que no había diferencias significativas cuando se comparaba con no hacer nada.
Tras estos datos concluyeron que es necesario revisar la recomendación de aplicar de manera universal la pomada a todos los niños, porque podría no ser necesario hacerlo.
Sin embargo, una revisión de estudios realizada en Canadá, que data del 92 y que habla también de las infecciones gonocócicas, recomienda el uso de una pomada combinada con nitrato de plata, eritromicina y tetraciclina al haber evidencia de que su uso disminuye de manera importante la incidencia de este tipo de conjuntivitis y de ceguera.
Por este motivo, desde el Ministerio de Sanidad también apoyan este medida, ya que en su “Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal” dicen lo siguiente:
Se recomienda la realización de la profilaxis oftálmica en la atención rutinaria al RN.
¿Y hay que hacerlo nada más nacer?
Vale, considerando que unos recomiendan revisar los protocolos, porque podría estar haciéndose sin ser necesario y otros dicen que mejor hacerlo, y dado que el mayor problema es que el niño deja de ver bien (el pezón, a su alrededor, ¡a su madre!) y que se altera su olfato, ¿no podría hacerse más tarde, después de que haya visto la cara de mamá y después de que haya mamado?
Como bien sabéis, sino por los documentales, por los cuentos, muchos animales vienen preparados para quedarse con la cara de su madre nada más nacer. Vamos, que crean lo que se llama una impronta con la imagen de la primera persona que ven, y es a ella a la que consideran su madre.
En el caso de los bebés la cosa no funciona exactamente así, básicamente porque no pueden caminar para seguir a la matrona o al gine por toda la planta, si es que han sido ellos las primeras personas en ver, pero sí se dice que pasa algo similar y se comenta que una de las razones de promover el “piel con piel” es la de promover que el bebé no deje de reconocer a mamá, pasando del olor y sabor del líquido amniótico al olor y sabor de su piel, que es el mismo, añadiendo a ello la mencionada impronta: “ya sé cómo sabes, ya sé cómo hueles y ahora ya sé cómo eres”.
Pues bien, el Ministerio de Salud, en la guía comentada, afirma que hay evidencias de que las infecciones por gonorrea tienen una incubación de hasta 9 días y que las producidas por chlamydia es de entre 3 y 4 días. Al parecer, esta evidencia permite retrasar un poco la profilaxis oftálmica, y en vez de hacerlo al minuto de nacer, puede hacerse hasta cuatro horas después del parto.
Ahora sólo falta que los protocolos cambien para que la pomada se le ponga a los bebés más tarde, después de haber estado un buen rato con mamá y después de haber hecho su primera toma en un momento en que, además, coincide con que les viene sueño y pasan ya unas cuantas horas durmiendo y descansando de nacer.
Via bebesymas.com
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