Regañar al niño con gritos o insultos puede provocar, a la larga, problemas de autoestima y depresión. Aprende a reñir sin hacer daño.
No todos los niños reaccionan del mismo modo a las regañinas de los adultos. La reacción emocional del pequeño no sólo depende de su carácter, sino también del tono y de la frecuencia con la que se le riñe.
Hay que aprender a ponerle límites, pero de la forma adecuada. Precisamente, la diferencia está en cómo se levanta la voz. Lo que interfiere en el desarrollo emocional del niño no es el regaño en sí, sino la violencia infligida en las palabras dichas.
Regañar es normal, pero levantar la voz de forma equivocada da un mal ejemplo a los niños, y podría incluso repercutir en sus futuras relaciones sociales.
Según estudios del Family Research Laboratory de la Universidad de Hampshire, "regañar mal a los niños influye en las relaciones familiares y, más adelante, también en otros tipos de relaciones sociales, porque su carácter tendrá una fuerte inclinación hacia la agresión física".
Estas afirmaciones se encuentran entre las peores hipótesis y, con toda seguridad, no son aplicables a todos los casos. Sin embargo, es muy posible un resultado semejante si el niño sufre cierta "violencia verbal" prolongada en el tiempo.
Al mismo tiempo, no es educativo dejar pasar siempre las trastadas de nuestros hijos. Y, además, en un ambiente familiar sereno, el hecho de levantar la voz de vez en cuando no genera ningún tipo de daño. Por el contrario, podría incluso resultar útil.
En conclusión, si regañas a tu hijo, la reprimenda nunca debe transformarse en un abuso emocional. El objetivo de reñir al niño debe ser educarlo, que aprenda y rectifique.
Por este motivo, las regañinas deben ser constructivas, correctivas y fomentar la reflexión del pequeño (en la medida de lo posible, según su edad, claro).
Via mibebeyyo.com
miércoles, 2 de octubre de 2013
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