Este tipo de problema en el habla de los niños se daba cuando producían algún tipo de disfluencia (es decir, falta de fluidez al hablar) entre los dos y los cinco años.
Pero debemos tener en cuenta que si bien estas alteraciones son frecuentes en la infancia y al comienzo del lenguaje, también existen otro tipo de problemas asociados a la fluidez del habla que no son tan normales y que pueden ser una señal de alarma. Entonces, ¿cuándo podemos decir que nuestro hijo tartamudea?.
A continuación veremos la diferencia entre aquellas dificultades en el habla del niño que podemos considerar normales y aquellas que no lo son.
Hasta los cinco años, como ya hemos comentado, en el desarrollo normal del lenguaje se da con frecuencia un aumento de los errores en el habla, pudiendo repetirse sílabas o palabras, vacilar o volver a comenzar una frase. A pesar de ello, podríamos decir que nuestro hijo habla normal. La razón es que surgen durante un tiempo corto de tiempo (por ejemplo, una semana) y desaparecen o se prolongan durante varios meses antes de disminuir.
Por tanto, hablamos de tartamudeo cuando existe una dificultad en el habla o cuando hay dificultad en el flujo suave y fácil de palabras al hablar. Asimismo, cuando el niño repite o prolonga un número poco habitual de veces el sonido o dude demasiado tiempo entre dos palabras también puede considerarse como tartamudeo.
Para ello, podemos establecer unas señales de alarma para poder diferenciar entre cuándo el pequeño habla normal y cuándo no lo hace. Veámos cuáles son.
Disfluencias normales en el habla del niño
Son todas aquellas repeticiones de palabras (mamá, mamá, juega conmigo), vacilaciones o dudas al hablar (pues…pues está lloviendo mucho), interjección (Ummm, ummm, yo… quiero una hamburguesa), muletilla (bueno, es un perro… bueno, un animal…) o reformulación de algo que se dice (¿puedo comprar…? esto… quiero una chuche) y que se dan sin tensión o esfuerzo por parte del pequeño.
Desaparecen tan rápido como aparecen, es decir, al cabo de varios días o semanas, y este tipo de problemas ocurren en situaciones en las que el niño se encuentra más excitado, cansado, enfadado o ante palabras que le resultan largas, difíciles o nuevas.
Aquí podemos hablar entonces de disfluencias normales, ya que están asociadas al desarrollo del lenguaje y a la elaboración del discurso que con la tartamudez propiamente dicha.
Disfluencias anormales en el habla del niño
A parte de los problemas de fluidez del habla del niño, es importante comprobar si se producen o no otro tipo de manifestaciones que van junto a la expresión del pequeño o incluso a la de sus padres. Por ejemplo, se puede comprobar si al pequeño parece afectarle sus dificultades para hablar con fluidez, llegando incluso a evitar hablar en determinadas ocasiones, o si sus padres se muestran preocupados por la forma de hablar o si existe algún tipo de ansiedad.
Algunos ejemplos de disfluencias anormales en el habla del niño son:
Repeticiones de sonidos o sílabas(¿p…p…p…p… puedo ver la tele?, ju…ju…ju…juguete)
Más de dos repeticiones en palabras cortas (pero… pero… pero… pero cógelo)
Alargamiento de un sonido con una duración de varios segundos (qqqqqqqqqqqqqqqqquiero esa pelota)
Silencio tensos entre las palabras (¿por qué...........................los pájaros vuelan?)
Partir palabras (¿jue…gas conmigo?)
Tensión mientras se habla o algún tipo de esfuerzo por hacer salir las palabras
Movimientos asociados al habla en la cara o el cuerpo, de esfuerzo y tensión (por ejemplo: cerrar los ojos, hacer muecas, mover el cuello…)
Habla muy rápida
Hasta los cinco años, los errores más frecuentes que pueden producir los pequeños son repetición de sonidos y de palabras, prolongación de sílabas, pausas/silencios entre palabras y bloqueos, además de tensión muscular y esfuerzo al hablar.
Generalmente el tartamudeo suele aparecer en las primeras palabras de las frases y también en algunos sonidos determinados, siendo más difícil en determinadas, como responder a preguntas directas (por ejemplo, ¿qué has hecho hoy en el colegio?). No obstante, los problemas de fluidez pueden desaparecer cuando el pequeño canta, habla despacio o susurra.
Cuando esto ocurre, y nos damos cuenta que nuestro hijo habla en unos momentos de forma más fluida que en otros en los que muestra más problemas para hacerlo, suele dejarnos a los padres algo desorientados. Por ello, debemos tener siempre presente que la forma e intensidad con que el niño tartamudea puede variar de una situación a otra.
Si vemos alguna de estas alteraciones en el habla de nuestro hijo, es recomendable consultar a un especialista con el fin de evaluarlas y saber si nuestro hijo tartamudea antes de precipitarnos en nuestras conclusiones.
Via: bebesymas.com
martes, 8 de noviembre de 2011
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