A la hora de describir los diferentes tipos de problemas de audición existentes, podemos clasificarlos de muchas formas atendiendo a varios criterios, tales como grado de pérdida auditiva, localización de la lesión, comienzo del problema de audición o según el tipo de enfermedad.
Distinguir entre los diferentes tipos de deficiencia auditiva resulta esencial debido a que existen diferencias muy importantes en cuanto a sus posibilidades educativas y de intervención.
El aspecto que diferencia entre una deficiencia auditiva con problemas más o menos graves es en qué grado permite un normal desarrollo del lenguaje oral; nos podemos encontrar con problemas de audición que afectan escasamente a la producción oral y a la comprensión, mientras que otras las dificultan mucho.
Poder distinguirlas supone un aspecto muy importante si queremos saber qué pronóstico puede tener nuestro hijo/a. Veamos a continuación los diferentes criterios que nos ayudan a diferenciar los distintos tipos de deficiencias auditivas.
Grado de pérdida auditiva
La agudeza auditiva es una facultad dañada en mayor o menor medida, comenzando a hablar de deficiencia auditiva cuando las pérdidas provocan que la audición sea cada vez menos funcional. Para determinar el grado de pérdida auditiva se tienen en cuenta la intensidad y la frecuencia. Cuanto mayor sea la pérdida auditiva mayores consecuencias tendrá en el desarrollo del lenguaje y de los procesos cognitivos. Podemos diferenciar entre:
Pérdida ligera o leve: la pérdida auditiva es de entre 20 a 40 decibelios. Los niños con esta pérdida captan el habla y aprender a hablar espontáneamente de forma correcta. Este grado de pérdida suele pasar desapercibida, por lo que puede originar, si no se tratan adecuadamente, dificultades en el aprendizaje, falta de atención e incluso un leve retraso del habla y del lenguaje. Se benefician del uso de audífono.
Pérdida media: la pérdida auditiva es de entre 40 y 70 decibelios. Se percibe el habla y el lenguaje se desarrolla de forma espontánea, aunque con algún problema. De no ser tratadas precozmente se pueden producir retrasos en el lenguaje y habla, problemas del aprendizaje y falta de atención. Se suelen beneficiar del uso de audífono y apoyo logopédico.
Pérdida severa: la pérdida auditiva es de entre 70 y 90 decibelios. El lenguaje no se desarrolla espontáneamente. No es posible la audición del habla y se producen los mismos problemas que en las hipoacusias medias pero de forma más grave. Es imprescindible el uso de audífono y el apoyo logopédico.
Pérdida profunda: la pérdida auditiva es superior a 90 decibelios. En este tipo de hipoacusia, es imposible percibir el lenguaje por vía auditiva por audífono, por lo que hay que emplear otro tipo de amplificadores (como el implante coclear). Las consecuencias de este tipo de hipoacusia pueden ser muy importantes si no se tratan rápidamente.
Cofosis o pérdida total de audición: se da a partir de 120 decibelios y se da en escasas ocasiones
Localización de la lesión
Este criterio de clasificación es el más empleado desde el punto de vista médico, pudiendo hablar de hipoacusia:
Conductiva o de transmisión:la deficiencia auditiva se debe a un problema localizado en el oído externo o en el oído medio. Derivan de malformaciones y lesiones en la oreja, el conducto auditivo externo, el tímpano o la cadena de huesecillos. Suelen ser dificultades transitorias, ya que se pueden recuperar de forma logopédica, médica o quirúrgica.
Neurosensorial o de percepción: los problemas de audición afectan al oído interno y al nervio auditivo, dificultando la transformación de la señal y su conducción al cerebro. Requieren de un tratamiento muy especializado, así como de aparatos muy específicos, como los implantes cocleares.
Mixta: cuando existen problemas de tipo conductivo y neurosensorial.
Comienzo del problema de audición
Quizá la variable de clasificación de las deficiencias auditivas más importante sea el momento en que se produce la pérdida auditiva. Según este criterio, podemos hablar de:
Prelocutiva o prelingüal: la deficiencia auditiva se desarrolla antes de la aparición del lenguaje,es decir, antes de los tres años de edad. Dentro de este tipo podemos encontrarnos también dos tipos: congénita (si está presente desde el nacimiento) o adquirida (aparece antes de la adquisición del lenguaje)
Postlocutiva o postlingüal: la deficiencia auditiva se manifiesta cuando el niño ya ha empezado a adquirir la lengua oral, es decir, a partir de los tres años de edad.
Tipo de enfermedad
Según este criterio, podemos encontrarnos diferentes tipos de deficiencias auditivas:
Hereditarias
Prenatales: derivadas por determinados tóxicos, infecciones, (principalmente la rubéola) y trastornos metabólicos o de otra naturaleza que actúan durante el embarazo, provocando lesiones en el sistema auditivo del embrión o del feto.
Perinatales: las causas más frecuentes son la anoxia (falta casi total de oxígeno en el tejido uterino), la hiperbilirrubinemia (generalmente ocasionada por incompatibilidad del factor Rh) y el trauma obstétrico.
Postnatales: los factores que pueden originarlas son las infecciones (como meningitis, parotiditis o sarampión), las intoxicaciones por ototóxicos (antibióticos, salicilatos o antineoplásicos, entre otros), los traumatismos craneales, las otitis medias crónicas y las enfermedades del oído interno.
Como podeis comprobar, son muchos y muy diversos los tipos de problemas de audiciónpor lo que, para conocer mejor el origen de cualquier déficit auditivo es muy importante hacer una evaluación exhaustiva previa a cualquier tipo de intervención, con el fin de que sea lo más favorable posible para el niño.
Vía: bebesymas.com
martes, 13 de septiembre de 2011
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