La obesidad infantil es un tema que cada vez más preocupa a los padres, puesto que sobre todo en los países más desarrollados va en aumento. Y eso, lejos de ser un síntoma de buena salud, es una señal de alarma que debemos tener muy en cuenta si queremos que nuestros hijos crezcan sanos.
¿Por qué se puede convertir un niño en una persona obesa? Algunas veces por causas genéticas o antecedentes familiares como la diabetes, que siempre deberán tener el seguimiento de un especialista.
Sin embargo, la mayoría de las veces es simplemente una cuestión de hábitos, o mejor dicho, de malos hábitos. Estos son los que llevan a un niño a ganar más peso del aconsejado para su edad y contextura.
Años atrás se pensaba que existía una relación entre “niño gordito” y “niño saludable”. Hoy ha quedado demostrado que esto no es así, y sin embargo en la mayoría de los casos los padres son los últimos en notarlo.
Si te preocupa el hecho de que tu hijo esté excedido en su peso revisa estos aspectos:
¿Realiza la cantidad de comidas necesarias a lo largo del día? Deben hacerlo entre cuatro y cinco veces. Nunca saltees el desayuno e intenta que la cena sea liviana.
¿Desayuna correctamente? Esto es fundamental porque le proveerá de la energía que necesita consumir y que si le falta se traducirá en cansancio, bajo rendimiento intelectual y físico y le hará aumentar el sedentarismo. Un buen desayuno debe contener hidratos de carbono, preferentemente en forma de cereales que hoy abundan en el mercado con variedad de presentación que los hace muy atractivos, lácteos y frutas.
¿Hace ejercicio suficiente? Haciéndolo quemará grasas, tonificará músculos y no necesitará estar pendiente tantas horas de la televisión o de los juegos electrónicos. Los niños necesitan moverse mucho, y hacerlo jugando con amigos es lo más sano.
¿Ingiere alimentos adecuados? Enséñale una pirámide nutricional y explícale con sencillez que de lo que está abajo es lo que más hay que comer y de lo que está arriba sólo un poquito. Verás cómo no se le olvida. Evita el exceso de dulces y grasas y estimula el consumo de frutas. Facilítale las que más le gustan dejándolas limpias y a la vista para que de ser posible las ingiera enteras en cualquier momento del día.
Por el contrario, las golosinas déjalas guardadas sólo para premiar alguna ocasión especial. Procura también que beba preferentemente agua ya que los jugos contienen demasiados azúcares que además, son perjudiciales para su dentición.
¿Comparte la mesa en familia? Trata de aumentar estos momentos. Los niños aprenden por lo que ven mucho más que por lo que se les dice. Compartir la mesa y mostrarle buenos hábitos será el mejor ejemplo que puedas darle.
Por último, comparte con los niños el tiempo libre que puedas, haz ejercicio junto con ellos, aunque sólo sea caminar o correr. De esa forma estarás motivándolo para que prefiera el ejercicio a la peligrosa comodidad del sofá.
Fuente vivirsalud.com
viernes, 11 de marzo de 2011
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