martes, 26 de agosto de 2014


 La mayoría de los padres se preocupan por el momento idóneo en que deben iniciar a sus hijos en la práctica de algún deporte, ya que hacer ejercicio tiene beneficios para los niños, tanto en su salud como a la hora de educarles en valores como el trabajo en equipo y el esfuerzo. Lo cierto es que no se puede afirmar que haya una edad perfecta para que un pequeño empiece a hacer alguna actividad deportiva, puesto que el primer factor a valorar es la capacidad de movimiento y coordinación que tiene el niño y cada uno evoluciona en este sentido de manera diferente.

De todos modos, hay que tener en cuenta que a partir de los 2 años ya es recomendable que se empiece a acudir a clases de psicomotricidad adaptada a la edad. Cuando los pequeños llegan a los 6 o 7 años, ya están preparados para empezar a hacer deporte de manera regular, acompañados siempre por padres y amigos o bien en el colegio. Desde este momento, la evolución de su cuerpo es continua y la práctica deportiva ayuda a los pequeños a sentirse más fuertes física y emocionalmente. Para conseguir esto, es importante que los pequeños crezcan en un ambiente en el que el deporte sea una práctica habitual de sus padres. De esta manera, su ejemplo les acostumbrará de manera natural e inconsciente a hacer alguna actividad física cuando llegue el momento adecuado.

El efecto del deporte en los niños:

Es importante destacar la influencia que tiene la práctica del deporte en la calidad de vida futura de los niños, ya que juega un papel importantísimo en su desarrollo hormonal, antropométrico e incluso neurológico. Es decir, aprender las bases de un deporte desde pequeños, nos permite asumir capacidades como la fuerza, la destreza y la coordinación de movimientos.

El proceso de aprendizaje:

Hacer deporte es algo que también requiere un proceso de aprendizaje, que permita adquirir destrezas físicas y desarrollar el organismo de la manera adecuada. Así, a los 8 años ya se puede empezar con el trabajo de entrenamientos de fuerza porque el sistema nervioso ya está en la fase adecuada de desarrollo, lo que significa que puede mejorar su coordinación.

Más adelante, cuando el niño se acerque ya a la adolescencia, si ya ha trabajado estos entrenamientos básicos de fuerza, se podrá empezar a desarrollar su fuerza intramuscular, lo que repercutirá de manera directa en su calidad de vida futura como adulto.

El valor de los deportes de equipo:

Hasta ahora hemos hablado de los efectos físicos de la práctica del deporte en el desarrollo del cuerpo del niño, pero también es importante valorar la aportación que hacen los deportes de equipo en el desarrollo emocional de los pequeños. Los más populares a estas edades son el baloncesto y el fútbol, ya que son los que muchos padres siguen de manera habitual como aficionados.

Practicar deportes en equipo ayuda a la adquisición de valores como el compañerismo, la generosidad y la solidaridad. Es decir, les enseña que deben trabajar juntos, si realmente quieren conseguir cosas positivas. Igualmente, tiene una gran influencia en el desarrollo de capacidades básicas para su vida adulta como la concentración, el autocontrol y la confianza en uno mismo.

En definitiva, la práctica de deporte infantil es decisiva para ayudar al desarrollo de los más pequeños, tanto a lo relativo a su físico como a su mente. De esta manera, los padres se aseguran de que serán jóvenes con capacidad para llevar una vida sana. Sabrán también que sus hijos estarán mentalmente equilibrados para convertirse en adultos que tengan un equilibrio emocional apto para vivir y trabajar en grupo.

Via virginactive.es

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